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La autoestima (2) No contar con una autoestima adecuada significa la falta de aceptación de uno mismo, que uno no se gusta y, sobre todo, que ni siquiera se ama uno mismo. Y si uno no se quiere, porque no sabe, porque no puede, es imposible que pueda querer a los demás.
La baja autoestima Las personas con su autoestima rozando los niveles más bajos, no pueden creer en sí mismas. Llega la infravaloración (no puedo, no seré capaz), e incluso el autodesprecio. Vemos que, en estas condiciones, la sensación de felicidad es imposible de alcanzar. Defenderse de la falta de autoestima significa rechazar sus "ataques": - Evitar los pensamientos negativos y la actitud mental negativa. Es necesario eliminar del diccionario mental expresiones como "no podré", "no sirvo", "es imposible para mi", etc. Si los demás pueden, tú también puedes. - Actuar con decisión, seguridad y confianza: todos tenemos el derecho de equivocarnos y no pasa nada si nos equivocamos. Si uno no se otorga ese derecho, el de equivocarse, nadie se lo otorgará. Y el temor a equivocarse es vivir condicionado, limitado, con miedos, bajo el manto de la inseguridad. Edison inventó cientos de artilugios, pero se equivocó miles de veces. Si por temor a equivocarse hubiera hecho lo que muchos (no hacer nada), la humanidad viviría todavía en cavernas. Dí adiós a la indecisión y a la falta de confianza: cree en ti antes de nada. El camino del progreso está lleno de errores. El error es un paso hacia adelante que nos hace mejores, no un castigo eterno. - Basta de comentarios despectivos hacia uno mismo: "si es que soy un inútil", "sólo me faltan las orejas para ser burro"... Los comentarios negativos, tanto si vienen de uno mismo como si se nos facilitan del exterior (el jefe, los padres, los hermanos, los amigos), quedan grabados en el subconsciente y, a fuerza de repeticiones, se convierten en realidad. Si piensas que no eres capaz de hacer algo, ni siquiera lo intentarás. - Desmitificar las creencias falsas. A menudo estamos condicionados por falsas creencias que hemos heredado del entorno familiar o social. Es una barrera añadida a las anteriores que nos impide alcanzar un merecido estado de bienestar. La vieja costumbre de que las mujeres deban ocuparse de la casa ha condicionado y limitado las posibilidades de éstas. Hay que romper las cuerdas que nos aprisionan.
LOS EFECTOS DE LA BAJA AUTOESTIMA La timidez. Los tímidos pueden parecer antipáticos, antisociales y con pocos modales. Pero lo que ocurre es que sienten un miedo continuo a ser juzgados por los demás. Para defenderse de este temor, procuran hacer ante los demás las menos cosas posibles, evitando incluso aquellos encuentros sociales que puedan ponerles en riesgo de "hacer el ridículo". El miedo a lo que digan los demás es otorgarles a ellos, a los demás, poder sobre uno mismo. Son otros los que están decidiendo nuestra vida. Estar condicionado a lo que puedan decir o pensar los demás es rechazar la libertad de vivir la vida como se quiere, es someterse a fantasmas que no existen, es vivir bajo una campana de cristal. La timidez no nace con la persona sino que se desarrolla. El exceso de protección desde la infancia hace que el niño se sienta inseguro si no está protegido por los padres. Esta falta de seguridad se convierte en infravaloración; el niño emite juicios despectivos hacia si mismo. La mala educación infantil, la sobreprotección ha forjado a un ser humano tímido y con la autoestima rota. Para superar la timidez es necesario convencerse que el miedo a los demás no tiene fundamento. Tanto si es cierto que te observan, como si no (a menudo no somos tan importantes como para que los demás pierdan todo el tiempo observándonos), debemos empezar a actuar según nuestro convencimiento. Cuanta más libertad nos tomemos, mejor nos irá y el miedo se irá alejando hasta desaparecer por completo. Ciertas actividades, como el teatro, o aquellas que se desarrollan en grupo, harán crecer la seguridad en uno mismo. Poco a poco, lo que piensen los demás ni siquiera será contemplado. A nadar sólo se aprende nadando y bastan cinco minutos de valor para perder el miedo al agua para siempre. En este sentido, como me decía un gran amigo, si quieres perder la timidez de forma definitiva, ponte a contar chistes con un micrófono en el aeropuerto más cercano: mejor aún si no tienen gracia alguna. Después de esto, ya no volverás a tener miedo al ridículo, la timidez desaparecerá, y lo que piensen los demás te dará absolutamente igual. Las visualizaciones también ayudan de forma sorprendente. Si uno se ve actuando de forma segura e impecable en una reunión que le da pánico, es casi seguro que lo que ha creado la mente se haga realidad.
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