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La autoestima (1) La autoestima es una actitud constante que consiste en valorarse, respetarse, creer en uno mismo y amarse. El hecho de quererse a uno mismo es incompatible con hacerse daño. Y hacerse daño es demasiado frecuente: "no soy capaz", "no sirvo", "jamás lo conseguiré", "soy un desastre". Estas repeticiones, constantes y frecuentes en muchas personas, han sido aprendidas a lo largo de la vida y se han quedado grabadas en la mente. La autoestima cambia esta forma de pensamiento tan autodestructivo.
Dejar de castigarse Una autoestima bien aplicada consiste en aprender a terminar la guerra mental con uno mismo, dejar de compararse con los demás, de competir absurdamente con los demás o incluso con uno mismo, dudar de la propia capacidad, tener que demostrarse uno mismo si es capaz de llegar a metas absurdas, etc. El primer paso de la autoestima es aceptarse a uno mismo tal y como se es.
La importancia de la autoestima En la base de casi todos los conflictos emocionales, de la falta de paz interior, se encuentra una falta, mayor o menor, de autoestima. La autoestima puede cambiar radicalmente el rumbo de nuestras vidas. Por ejemplo, si nos creemos incapaces de terminar los estudios, no contemplaremos la posibilidad siquiera de estudiar una carrera. Si creemos que no nos merecemos nada bueno, rechazaremos una buena persona y nos sentiremos atraídos y más cómodos con alguien que nos maltrate. Las personas sin autoestima tienen en sí mismas a su peor enemigo. Sin autoestima, cualquier adversidad se convierte en el fondo del abismo, del que uno está convencido de no poder salir. Sin embargo, con la autoestima fortalecida, un gana confianza en sí mismo, se sabe seguro de encontrar la mejor salida de un problema, se vive en armonía interior y respecto a los demás. Si no nos queremos, respetamos a nosotros mismos, nadie lo hará. Si no confiamos en nosotros mismos, nadie lo hará. Si no nos creemos merecedores de la felicidad, nunca seremos felices, siempre viviremos bajo el tormento de una mente debilitada, mendicante y que está al servicio de la autodestrucción.
Los efectos de la baja autoestima Es evidente que con un bajo concepto de uno mismo, y con pensamientos que le culpan a uno de todos los males, que le hacen sentir mal continuamente, nada bueno se puede esperar. Y así surge la ansiedad, el estrés, el insomnio, etc. La inseguridad y la timidez que nacen de la nula autoconfianza nos llevan por un camino de fracasos del que no sabremos salir. El complejo de inferioridad se alimenta día a día. El estado de ánimo no puede restablecerse a la normalidad: aparece la tristeza, la melancolía, la apatía, la dejadez, la desmotivación y un sentimiento de auto culpabilidad tan intenso que impide dar y aceptar amor. Las relaciones con los demás, se ven afectadas. El maltrato hacia uno mismo puede extenderse a los demás, la falta de respeto a uno mismo se puede extender a los demás. Y en este entorno es imposible una relación adecuada con las personas que más nos quieren. En los casos más graves, la falta de autoestima puede llevar a la crueldad hacia los demás o hacia uno mismo, desembocando en daño sicológico o físico hacia otras personas o desembocando en el suicidio. Educar la autoestima es importantísimo, tanto que debería hacerse desde las escuelas, como una asignatura obligatoria. Muy diferente sería la sociedad actual.
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