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Adolescencia


La pubertad - Cambios físicos - Aceptarse - Consecuencias - Ritos del pasaje

Sexualidad - Primeras relaciones sexuales - El grupo - El amor

La guarida - Ser adulto




La adolescencia es el periodo de
nuestra vida que separa la niñez de la edad adulta, y que comienza con la pubertad.

Es una época delicada en la vida de cualquier persona. No sólo cambiamos de aspecto físico, lo que de por sí no es fácil de asumir, sino que nuestra visión del mundo también cambia.

Ser adultos no es nada fácil.

En en estas páginas vamos a tratar estos temas.

 

 

 La pubertad


La pubertad marca el paso de la niñez a la adolescencia.

La palabra pubertad viene del latín "pubes" que quiere decir pelos, y no es por casualidad: la aparición de pilosidad en el pubis, y en otras partes del cuerpo, explican este nombre.

Al principio ciertas glándulas: hipófisis, testículos y ovarios segregan hormonas que circulan por la sangre y van a modificar los órganos a los que están destinadas.

Todo nuestro cuerpo se modifica. Cambiamos de aspecto y estas modificaciones corporales explican el fenómeno por el que nos pasamos horas en el cuarto de baño, mirándonos al espejo, inspeccionando nuestro cuerpo e intentando asimilarlo. Y nos quitamos un granito por aquí y otro por allá, nos afeitamos, nos depilamos...

Este nuevo cuerpo, diferente, más masculino o más femenino que los demás miran de otra manera, nos asusta un poco; cambia más rápidamente de lo que habíamos imaginado nunca.

Por supuesto no todo son problemas, todos estos cambios son necesarios para entrar en nuestra vida de adulto, son totalmente naturales y necesarios, la pubertad es un renacimiento.

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 Cambios físicos


En ellas

Las primeras reglas: una vez por mes, los ovarios expulsan un óvulo que el útero se prepara para acoger (a esto se le llama ovulación). Si éste no es fecundado por un espermatozoide, será expulsado junto con los tejidos que lo retenían en el útero: la regla está hecha de sangre y de esos tejidos.

Es importante retener el momento de la ovulación: aproximadamente entre dos menstruaciones, puesto que es en ese momento en el que un óvulo puede ser fecundado.

La ovulación se acompaña durante unos días de secreciones vaginales de mucosidades, éstas tiene como objeto facilitar el acceso de los espermatozoides al óvulo, los juegos sexuales en esos días son "peligrosos" porque pueden acabar en embarazo no deseado.

Con la llegada de las primeras reglas el cuerpo cambia: los senos crecen, así como las nalgas, caderas y como ocurre en los chicos, las extremidades del cuerpo se alargan, la piel cambia, se vuelve más grasa, y los granitos (acné) hacen su aparición.

El cuerpo de niña se transforma en cuerpo de mujer, capaz de ser engendrado. Aunque como en los jóvenes, el crecimiento se acaba entre 22 y 24 años.

En ellos

Cambio de voz: la voz cambia, se vuelve más grave, produciendo en muchos casos sonidos desacordes.

El vello: pubis, axilas, piernas, brazos, cara, se cubren de pilosidad.

Aspecto: las piernas, brazos, pies, manos, se alargan; las espaldas se vuelven más anchas, los órganos genitales oscurecen y aumentan de tamaño, todas las extremidades se alargan.

La piel: la piel se vuelve más grasa, su olor cambia, los granos (acné) aparecen.

Sexualidad: las erecciones son más frecuentes y se acompañan de excitación sexual; y eyaculaciones nocturnas, totalmente normales.

El cuerpo de niño se transforma en cuerpo de hombre capaz de engendrar.

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 Aceptarse


¿Cómo me veo? Sentirse feo o guapo:

Nuestra capacidad para asimilar nuestro nuevo cuerpo depende en gran parte de la imagen ideal que tenemos de nosotros mismos, de cómo nos gustaría ser.

Nuestro antiguo cuerpo de niño cambia rápidamente y puede costarnos aceptar que ya no somos el mismo, ¿a quién nos parecemos? Probablemente a nadie, (mejor dicho a nosotros mismos) ¿a quién nos gustaría parecernos? ¿A qué estrella de la música o de la canción? Poco importa, casi siempre tenemos una forma ideal, con la que tendremos tendencia a compararnos, evidentemente no seremos nunca igual que él o ella y nos sentiremos mal.

Si nos sentimos feos, tenderemos a ocultar nuestro cuerpo, por ejemplo dejando que nos caigan los cabellos sobre la cara o vistiéndonos con vestidos que ocultan o disimulan nuestro cuerpo (esas formas que no nos satisfacen), o por el contrario intentaremos parecernos a nuestro ideal maquillándonos, poniéndonos tacones altos, tiñendo los cabellos, corte de pelo, etc.

Lo curioso es que nadie nos ve como nos vemos, cada persona nos ve con los ojos de su ideal. Podemos incluso no gustarnos y sin embargo gustar a los demás.

Es posible e incluso deseable sentirse bien en nuestro propio cuerpo, querer mostrarlo sin vergüenza y sin miedos. En el fondo cuando queremos parecernos a alguien con éxito, conocido o famoso, no es siempre porque deseamos ser así, como ellos, es muy probable que a lo que aspiramos es simplemente a ser admirados, queridos o deseados por los demás, ese es probablemente el motivo por el que tendemos a imitarlos.

Sería demasiado fácil decir que basta con ser vosotros mismos, pero es la verdad, mostrarse tal y como se es, sin pretender ser otro, sin esperar halagos, sin miedo a no ser aceptados, siendo naturales, tal cual, aceptándonos, abriéndonos a los demás, nos conduce a un tipo de belleza mucho más duradera y natural, más autentica, más verdadera y sin duda más apreciable.

No hay nada más bello que una mirada o una sonrisa de alguien que se acepta tal y como es, ésta nos inspira una gran ternura y un gran deseo de ir hacia él. No sé si habéis observado que el día en que nos encontramos bien y tenemos la impresión de que la vida nos sonríe, esto se refleja en nuestra cara y los demás también nos sonríen, nos aceptan, vienen hacia nosotros.

No se trata de una sonrisa o una mirada provocadora o incitadora, no hay nada que pretender basta con ser, es simplemente una sonrisa o una mirada que refleja bienestar interior.

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 Consecuencias


Todos estos cambios físicos nos entran de lleno en la adolescencia.

Pero no sólo cambiamos físicamente. El hecho de tener un cuerpo de hombre o de mujer implica que hay que asimilarlo y aceptarlo; pero no sólo por nosotros sino también por nuestro entorno. Es en esta asimilación y aceptación donde residen la mayoría de los problemas de la adolescencia.

Mirarse al espejo es una necesidad: el granito este me queda fatal; uno de estos días tendré que afeitarme.

Mi pecho crece demasiado o demasiado poco, los hombres me miran como lobos que quieren comerse un corderillo, me dan miedo, o no me miran, como si no estuviese claro que ya soy una mujer.

El niño que éramos "muere" para dar paso al adulto: no queremos ser tratados como niños y nos irrita que nos traten como tal, pero nuestros padres y nuestro entorno no parecen percatarse de nuestros cambios; necesitan tiempo, o tal vez no nos vean lo suficientemente autónomos, pero ¿lo somos? O aún necesitamos a nuestros padres.

Nuestros padres nos procuran bienes materiales, afecto, y de vez en cuando, cuando ser adultos nos parece demasiado difícil, nos gustaría que nos tratasen como niños, hacemos lo que se llama una regresión; quizás retrocedemos para saltar mejor, porque ser adulto se aprende, y esto no ocurre de la noche a la mañana.

Así, en nuestra relación con nuestros padres necesitamos paciencia, por una parte para que asimilen que ya no somos niños, por otra porque aún los necesitamos, todo esto se va haciendo poco a poco.

Ser adulto significa ser autónomo y responsable, y esto hay muchas personas de cuarenta años que aún no lo han conseguido.

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 Ritos del pasaje


La mujer por el hecho de tener su menstruación se siente confirmada como mujer.

El chico necesita ser confirmado como hombre: mis deseos de ser aceptado como hombre, porque me afeito, tengo erecciones y eyaculo, me siento capaz, potente, lo rompo todo, necesitan confirmación y de hecho en muchas tribus existen ritos de pasaje en los que los demás (hombres y mujeres) nos confirman, después de esos ritos ya no pueden tratarnos como niños, hay un antes y un después y esto implica que somos reconocidos como hombres, ahora vamos con el grupo de los hombres y no recibimos ordenes de las mujeres.

Os voy a dar algunos detalles de estos ritos, que a veces marcan el cuerpo, por ejemplo: un afilamiento de los dientes o un pasaje a través de un túnel estrecho hecho con zarzas que rasgan la piel, tatuajes, quemaduras; estos son los más benignos. Poco importa el cómo, lo importante es lo que representa para nosotros, porque nos convierte en hombres a nuestros ojos y a los de nuestro entorno.

En nuestras sociedades occidentales, donde los ritos de pasaje casi han desaparecido, nos deja en una especie de posición indeterminada; una vez nos tratan como niños y otra como adultos, tenemos tendencia a intentar probar que somos hombres, lo que significa que no está claro, ni para ellos ni para nosotros, y tenemos tendencia a imitar los adultos, fumamos, bebemos, intentamos tener relaciones sexuales, o peor aún, tocamos a la droga, o en el mejor de los casos nos buscamos un trabajo temporal, hacemos proyectos a largo plazo y los realizamos, nos ocupamos de algo o de alguien, hacemos frente a las dificultades, damos la cara aunque nos la partan, etc.

La dificultad en occidente es que hay que demostrar y demostrarse lo que somos o lo que pretendemos ser.

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 Sexualidad

 

Aunque la sexualidad de cualquier individuo comienza con la vida misma, es durante la pubertad cuando tomamos consciencia de ella. La actividad sexual va a ir en aumento durante la adolescencia, para culminar hacia los 18 años.

A pesar de que la búsqueda de amor es el motor esencial durante la adolescencia, el sexo se revela ante nosotros (las hormonas se vuelven locas) no hay que olvidar que son ellas las que han puesto en marcha nuestras transformaciones físicas. Redescubrimos la masturbación, las primeras eyaculaciones (en muchos casos nocturnas e involuntarias), el orgasmo, sobretodo en el joven, ellas lo descubren de una manera más progresiva, más tarde, sólo 30% de las chicas lo descubren en la adolescencia con la masturbación.

Un inciso para decir que el fin de la masturbación es el de un simple desahogo, nuestros deseos de relaciones sexuales están ahí para hacernos ir hacia el otro sexo, es en nuestra relación con el otro donde encontraremos nuestro verdadero placer, si nos encerramos en la masturbación nos cortamos de la relación con el otro (nos encerramos en la autosatisfacción), conviene dejar crecer el deseo en nosotros para motivase en la búsqueda de nuestra pareja. Aparte de este inconveniente mayor, físicamente hablando la masturbación no es mala, sirve para desahogase en caso de una gran tensión sexual.

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 Primeras relaciones sexuales


Los jóvenes viven sus primeras relaciones sexuales como un rito de pasaje: ya lo he hecho, ya soy un hombre. Salvo excepción, para el joven las primeras relaciones son poco traumatizantes y le confirman en su identidad sexual.

Para ellas las cosas son diferentes, la perdida de la virginidad en muchas culturas, se vive como un drama; en occidente se tolera mejor.

La primera vez puede ser dolorosa pero no necesariamente.

A menudo las primeras relaciones sexuales, y sobre todo cuando se hacen sin amor, por desafío, o por no pasar por una "anormal" se acaban en una decepción.

La verdadera vida sexual comienza más tarde y de hecho no hay prisas, cada cosa a su tiempo.

Después de nuestras primeras relaciones sexuales nos sentimos más confiados, hemos franqueado una etapa. Esta confianza nos puede hacer creer que no existe ningún riesgo, y si alguien nos recuerda los riesgos de embarazo, (a una edad en la que no seríamos capaces de asumirlo) o de enfermedades contagiosas, como el SIDA, o la hepatitis, entre otras, nos costaría comprenderlo, a esa edad nos sentimos invulnerables y para nosotros los riesgos no tienen sentido, este sentimiento de que nada puede ocurrirnos, nos viene de nuestra vida infantil donde estábamos sobreprotegidos por nuestros padres, cualquier adulto conoce bien esos riesgos y sabe que todas las precauciones son pocas, el amor no protege contra las enfermedades contagiosas, el preservativo sí.

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 El grupo


El grupo de amigos o amigas es un paso intermediario entre la vida familiar y la vida social, pero también entre la dependencia familiar y la autonomía.

Salir, encontrase entre amigos o amigas lejos de la mirada de sus padres, es agradable y positivo. Organizar fiestas, salidas, hablarse de las cosas que nos interesan, nos hace avanzar hacia la libertad.

Las relaciones con un grupo también pueden ser un trampa: ¿Cual es mi relación con el resto del grupo? ¿Soy el que dirige el grupo o sigo al grupo como en un rebaño? ¿Cual es mi lugar en ese grupo? El grupo puede convertirse en una "segunda familia" en la que podemos seguir siendo como niños, seguir dependiendo, de hecho intercambiamos nuestros padres por el líder del grupo, en ese caso el grupo no puede aportarnos nada para ayudarnos a crecer e ir hacia más autonomía, a menos que tomemos consciencia y lo abandonemos.

El hecho de pertenecer a un grupo puede hacernos sentir más fuertes, más capaces, esto es bueno cuando nos permite relacionarnos y avanzar hacia más libertad; pero puede ser una trampa cuando el grupo toma una deriva hacia la delincuencia, podemos convertirnos en delincuentes casi sin darnos cuenta. En este caso hay que tener el coraje de decir NO.

Lo que hacéis, o proponéis va contra mis valores, no es bueno para mí, no me interesa.

Lo que es una gran prueba de madurez y de coraje de la que salimos engrandecidos.En definitiva, el grupo puede ser muy positivo o muy negativo, pero eso depende de nosotros mismos, de nuestra relación con él.

Cuando el grupo nos aporta, comprensión, amistad, facilita la relación, potencia la estima personal y la de los demás es muy positivo.

Cuando la influencia del grupo, nos infantiliza, nos hace sentir mal, va contra nuestros valores, puede ser muy negativo si no somos capaces de decir NO cuando haga falta.

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 El amor

 

"El amor es un fuego de artificio de las sensaciones"

Nos sentimos atraídos por alguien, nos inspira ternura, emociones, ardientes deseos; el amor va tomando forma en nosotros, nos invade, nos llena y en ocasiones nos desborda.

El amor nos aporta sensaciones agradables y bellas; pero también nos hace sufrir. De hecho cuando amamos a alguien le autorizamos a hacernos sufrir.

Estar enamorados no significa necesariamente ser correspondidos, podemos incluso amar a alguien que nos detesta o nos ignora.

Los amores no correspondidos, nos hieren y nos desesperan, nos dejan una sensación de amargura intolerable, insoportable.

Aunque nos cueste creerlo, los primeros amores raramente son los definitivos, nuestros primeros pasos en la vida afectiva pueden ser torpes, de hecho aprendemos a andar en la vida afectiva y esto nos ayuda a descubrir en nosotros mismos la capacidad de amar.

Más tarde descubrimos que el hombre o la mujer ideal es la que nos corresponde en el sentimiento de amor verdadero donde hay un deseo de hacer feliz al otro y un deseo por su parte de hacernos felices.

Hay que evitar los "amores" que nos humillan, nos hieren, nos dan violencia, nos encierran en la mentira y en la incertidumbre. Alguien que nos quiere no nos haría eso.

No hay que desesperar jamás de encontrar un verdadero amor. Poco importan los errores cometidos, el tiempo perdido, siempre hay un verdadero amor posible y bello por descubrir, y todos nuestros fracasos son pasos que nos conducen hasta el éxito sentimental.

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 La guarida


Disponer de una habitación es un verdadero paso hacia la autonomía y la intimidad.

La necesidad de no ser tratados como niños y de tener un espacio personal hacen que nuestra habitación se convierta en una zona reservada, nuestra "guarida" y cualquiera que entre sin llamar lo tomamos de forma violenta.

La empapelamos con nuestros ídolos y otros tantos objetos personales; amontonamos nuestros cachivaches en cualquier sitio, pasamos del orden, de la limpieza, nos irrita que nos recuerden que la intimidad no es sinónimo de desorden, pero en el fondo sino lo hiciesen nos daría la impresión de que pasan olímpicamente de nosotros y eso tampoco es agradable.

Unos buenos padres son los que no dejan a sus hijos revolcarse en la "basura" porque los quieren, y saben que la vida está llena de "basuras": drogas, alcohol, malas relaciones, etc., y que si no somos capaces de poner orden en nuestra vida, ésta será un caos, si no somos capaces de salir de la "basura", podemos perecer en ella. Cuando sea necesario, nosotros mismos pondremos orden para demostrarnos y demostrar a los demás que somos capaces de salir de ese caos.

Esto no excluye que lo hagan con respeto y con amor para que aprendamos a respetarnos y amarnos.

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 Ser adultos


¿Qué es ser adulto?

Ser adulto es ser independiente, física, afectiva y mentalmente. Ser independiente o autónomo, pero no sólo frente a nuestros padres y familiares, es también ser autónomo frente al mundo que nos rodea y frente a los demás.

Cuando somos niños comenzamos desplazándonos a cuatro patas, más tarde apoyándonos en la pared, luego damos algunos pasos, caemos, nos damos coscorrones, nos levantamos, al final andamos libremente y hasta corremos; si alguien intenta ayudarnos (a menos que sea animándonos o dándonos confianza) es posible que lo único que consiga es retrasar nuestro acceso a la autonomía.

Separarse de sus padres

"Abandonarás tu padre y tu madre" está en la Biblia. Separarse de nuestros padres es un imperativo para poder ser libre física y mentalmente, difícilmente podemos imaginar una vida de adulto bajo la tutela de los padres, porque justamente ser adulto es lo contrario, abandonarlos para poder vivir nuestra vida tal y como lo entendemos, fuera de sus influencias y de sus juicios.

Autonomía afectiva

¿Qué cosas no nos atrevemos a hacer por no hacer sufrir a nuestros padres? O ¿de quien dependen nuestros actos? ¿Si nuestra compañera o compañero no "gustan" a nuestros padres qué hacemos? Es posible que liberarse afectivamente de sus padres no sea tan evidente como parece ¿podemos vivir sin el amor de nuestros padres? De hecho ser autónomos afectivamente no quiere decir ni mucho menos que no debamos amar a nuestros padres, sino que ese amor no debe impedirnos vivir nuestra vida libremente, existir por nosotros mismos. La afectividad no debe ser condenadora sino liberadora.

Autonomía mental

Correr el riesgo de pensar libremente lo que nos parece bien o mal, es un imperativo para acceder a la autonomía mental. Esto no es fácil, porque la imagen que tenemos de nosotros mismos como la imagen que tenemos de los demás la hemos construido a través de nuestros padres. Nuestros padres no son infalibles, son ante todo un hombre y una mujer, con todos sus defectos y sus cualidades, pero su verdad, es sólo su verdad, la nuestra somos nosotros los que debemos encontrarla. Encontrar nuestra propia verdad y nuestros propios valores es acceder a nuestra autonomía mental.

Autonomía física

Ser adolescente, ser autónomo afectiva y mentalmente no es suficiente, vivir bajo la tutela de sus padres, depender económicamente de ellos, no facilita el acceso a la vida de adulto sobre todo si nos sentimos capaces de asumirnos. Cortar las amarras de manera definitiva exige ser autónomos económicamente, lanzarse, sobrepasar las dificultades y asumir las consecuencias.

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