La Felicidad

 Suscríbete - Buscar - Contactar - Descargas

   
 


Página principal - Zona Activa - Frases célebres - Humor - Cocina - Diario Impersonal - El baúl de la sonrisa

 

Página Principal

Bienestar

La Felicidad

Cuaderno de apuntes

 

La Felicidad


Qué es la felicidad - Cómo funciona el cerebro - Ser uno mismo - Enemigos de la felicidad

Las creencias - El sufrimiento - El dinero - La realidad
 


 

 ¿Qué es la Felicidad?


Nos pasamos nuestra vida buscando de una manera o de otra la felicidad, la nuestra y la de los demás. Cabe preguntarse si sabemos lo que quiere decir ser feliz, aunque sólo sea para aclarar nuestros objetivos.

Si buscamos en los diccionarios, vemos la amalgama que se hace entre: poseer un bien, estar de suerte, complacerse, etc., lo que deja suponer que estar de suerte, complacerse o, peor aún, poseer un bien producen felicidad; nada más lejos de la realidad; la confusión entre felicidad y placer, es flagrante.

El placer

Es una agradable sensación que el organismo nos procura cuando satisfacemos sus necesidades: comer, beber, dormir, hacer el amor, se termina con la satisfacción de esa necesidad. El placer es inmediato en el tiempo y guarda una relación directa con el acto.

La felicidad

Es un estado de bienestar, de plenitud, con vocación de durar indefinidamente. Se puede ser feliz y de hecho debemos buscar la felicidad, como medio y como fin, en todos los actos de nuestra vida. La felicidad comienza con un impulso que atraviesa nuestro inconsciente y se convierte en deseo consciente que requiere un acto eficaz para alcanzar la felicidad. El bienestar que sentimos cuando deseamos es la consecuencia de nuestra anticipación de la felicidad que pensamos obtener. La felicidad guarda una relación directa con el pasado puesto que se nutre de nuestra memoria y se proyecta hacia el futuro, en el que esperamos que se realice. Como vemos, es en gran parte fruto de la imaginación, facultad propia del ser humano.

Digamos de paso que evitar el sufrimiento y conseguir el bienestar son equivalentes en cuanto al fin; esto hace que uno pueda ser feliz siendo conformista, evitando la confrontación, aceptando la dominancia, conformándose con lo que se tiene.

El mecanismo es pues: un impulso que desemboca en un deseo y que termina en la realización de éste, esperando un nuevo deseo que pueda realizarse.

Ser feliz es realizarse como persona, es estar de acuerdo consigo mismo y en armonía con los demás. Intentar ser feliz, es seguramente lo mejor que podemos hacer en nuestra vida.

Dicho sea de paso, ser feliz aumenta el placer y contribuye en mucho a mejorar nuestro estado físico. Cualquier sensación mental desagradable: angustia, miedo, estrés, depresión, etc. (sensaciones todas ellas de infelicidad) son el fruto de una imposibilidad de realizar nuestros deseos, la frustración, la depresión, el estrés, el miedo, paralizan nuestro sistema inmunitario, y devoran nuestra energía inútilmente.

Ya tenemos un buen objetivo, intentemos trazar el camino. Intentemos, al menos debemos intentarlo, ser felices.

Volver

 ¿Cómo funciona el cerebro?


Nuestro cerebro es el fruto de millones de años de evolución. Esta evolución ha sido necesaria para nuestra propia existencia. Desde un punto de vista funcional podemos dividir el cerebro en tres partes bien diferenciadas.

1.- El cerebro hipofísico.

Es el centro de gestión de nuestro organismo. Está a la escucha de sus necesidades; la mayoría de las cuales son inconscientes: gestión del ritmo cardiaco, regulación térmica, sistema inmunitario, estado de nuestras células, etc. Cuando sea necesario, como en el caso de la alimentación, descanso, protección, reproducción, etc., nos lo hará saber estimulando el resto del cerebro. Si no le hacemos caso tiene medios de presión: es el sufrimiento y si le hacemos caso también sabe premiarnos: placer. Si exageramos, por ejemplo, comiendo o bebiendo demasiado, nos lo hará saber a través de sensaciones desagradables tales como el asco.

Esta parte del cerebro también nos estimula a buscar nuestra pareja. Pero no cualquier pareja, así será un color de piel más o menos claro, una piel más o menos suave, un olor particular que nos serán más o menos agradables haciéndonos ver más atractivas a unas personas que a otras.

Todo esto hace que haya personas que nos son físicamente agradables y otras no, sin que sepamos el porqué, aunque en esto también está implicado el resto del cerebro.

2.- El cerebro límbico.

En esta parte de cerebro se almacenan todos nuestros recuerdos, (conscientes o inconscientes). De él parten nuestras reacciones inmediatas, memorizadas (consciente o inconscientemente).

Es la memoria de lo aprendido, (memoria programable), una inmensa reserva de conocimientos y también contiene nuestras emociones. Éstas son una memorización de nuestra reacción física frente a un acontecimiento.

Gracias a este cerebro podemos andar, conducir escuchando la radio, leer, escribir, reaccionar rápidamente frente a una agresión, emocionarnos, etc., todo lo que requiere un aprendizaje y un funcionamiento automático.

De él parten nuestras reacciones inmediatas, memorizadas (consciente o inconscientemente).

Es a esta parte del cerebro a la que debemos nuestros juicios rápidos sobre el mundo que nos rodea, sobre los demás y sobre nosotros mismos, (también las generalizaciones y todas las ideas preconcebidas).

Su inconveniente más importante se debe justamente a una cualidad, su rapidez; sus respuestas (demasiado rápidas) no son siempre todo lo apropiadas que deberían; cuando se trata de protegerse vale más una reacción rápida, (en muchos casos vital) más o menos apropiada, que ninguna respuesta. Otro inconveniente es su inaccesibilidad, en efecto la mayoría de nuestras respuestas son fruto de nuestro inconsciente.

Está claro que no podemos tener una respuesta perfecta para cada situación, sobre todo porque una situación similar no suele repetirse. En el mejor de los casos, se da una respuesta aproximada, más o menos adecuada. En algunos casos ninguna o peor, una completamente inadaptada, por falta de respuestas apropiadas.

Las respuestas, tales como: está claro, es indiscutible, es lógico, ni hablar, etc. respuestas que no admiten discusión provienen todas ellas del adiestramiento que hemos recibido ( por lo general en nuestra niñez) y están alojadas en nuestro cerebro como respuestas, hechas a medida; es a estas que debemos la mayoría de nuestros malestares. Cómo podemos sentirnos bien si después de haberlas dado nos damos cuenta que son inapropiadas y que en el fondo no estamos de acuerdo con ellas; es un poco como si quisiéramos dar un paso hacia delante y nuestro pie fuese hacia tras.

De aquí nace la idea de que hay que estar de acuerdo consigo mismo, condición imperativa para ser felices.

Una buena idea es: darse siempre que sea posible el tiempo necesario para revisar estas ideas con el fin de armonizarlas.

No somos culpables del contenido de nuestro cerebro, pero somos responsables de él; nos pertenece y deberíamos amarlo y llenarlo de cosas agradables, darle lo imprescindible.

No deberíamos caer en la trampa de establecer juicios de valor sobre este cerebro: sin él no podríamos vivir.

3.- El cerebro neocortical.

Es nuestra más reciente adquisición, es el cerebro de la inteligencia, es gracias a él que podemos crear, inventar, reflexionar y analizar las situaciones.

Es esta parte del cerebro la que nos permite tomar el control cuando nuestras reacciones no son lo suficientemente adaptadas y así poder corregirlas. Al menos eso debería hacer ya que no siempre es fácil.

Cuando este cerebro no puede tomar el control sobre las reacciones inadecuadas, nuestras reacciones de alerta persisten, nos encontramos en un estado inapropiado, un malestar más o menos permanente que podríamos llamar desdicha o infelicidad.

Cuando estas tres partes del cerebro funcionan correctamente, cuando cada una hace bien su trabajo, todo va sobre ruedas. Podemos decir que somos felices.

Imaginemos que paseamos tranquilamente por la calle y de repente oímos un gran estruendo, ¿cual sería nuestra reacción? Nuestro cerebro va a reaccionar muy rápidamente, sorpresa, sensación de pánico, podemos intentar huir para ponernos a salvo cuando de repente recordamos haber oído este tipo de estruendo anteriormente. Nuestra inteligencia analiza la situación, no vale la pena correr, no es nada grave; todo vuelve a su cauce. Las tres partes del cerebro han funcionado correctamente.

No deberíamos caer en la trampa de establecer juicios de valor sobre estas tres partes del cerebro, la naturaleza no crea nada inútil, cada una tiene su función y su razón de ser.

Volver

 

 Ser uno mismo


El ser humano debería expandir hacia el máximo posible de autonomía física y afectiva, y desde esta autonomía construir su existencia libremente.

Por supuesto somos seres incompletos. Tanto en nuestra sexualidad como en cualquier  asociación humana  (pareja, familia, empresa...) necesitamos a los demás; no se trata de negar esta evidencia, ni tampoco olvidar las ocasiones en las que para proteger nuestra familia o trabajo nos veremos obligados a renunciar a decir lo que pensamos o a actuar de acuerdo con nuestras creencias. Dicho sea de paso, conocer nuestros límites también forma parte del arte de ser nosotros mismos.

Para ser uno mismo habrá que renunciar: renunciar a las creencias que nos obligan a vivir nuestra vida a través de los deseos de  los demás y a depender de ellos.

¿Cuantos miedos se esconden detrás de estas creencias? Miedo a no ser aceptado, amado, a ser abandonado, a la soledad, a ser acusado de egoísta, a no saber claramente cuales son nuestros propios deseos. O tal vez, simplemente, miedo a ser uno mismo.

En muchas ocasiones no nos atrevemos a ser nosotros mismos por miedo a no ser aceptados, amados, apreciados por los demás; en estas condiciones nos será extremamente difícil vivir nuestra propia vida. En estos casos nuestra existencia pasa por los deseos de los demás (depende de ellos), lo que nos priva de libertad y nos encierra en una dependencia patológica. Los deseos en muchas ocasiones están camuflados de buenas intenciones.

El arma más utilizado para persuadirnos de no ser nosotros mismos es la culpabilidad, arma de manipulación por excelencia.

¿A quien no se le habrá reprochado alguna vez el hecho de no ir a visitar un familiar o un amigo con el mensaje de fondo de que no hacerlo es egoísmo, falta de voluntad o de amor? ¿Y cuántas veces lo hemos hecho en contra de nuestra voluntad, sin que sea nuestro verdadero deseo. ¿Con qué estado de ánimo lo haremos?

¿Cuantos hijos realizan los deseos de sus padres privándose se de su propia existencia? Nadie puede vivir nuestra vida por nosotros. Nuestra meta en esta vida es vivir nuestra propia existencia, dar alas a nuestros propios deseos y respetar los deseos de los demás.

Así, ser un adulto maduro implica renunciar a la dependencia; renunciar al amor para poder amar verdaderamente, renunciar a ser apreciado, aceptado, para ser realmente apreciado y aceptado y decir no, para poder decir un sí verdadero.

Volver

 

 Enemigos de la felicidad


Los principales enemigos de la felicidad surgen del propio funcionamiento de nuestro cerebro. La depresión, la frustración, la angustia, el miedo, la ansiedad, no se conciben sin una memoria. La mayoría de nuestras respuestas son inconscientes y obedecen al principio de estimulo respuesta. 

Ver todo en el cerebro.

El cerebro límbico, que se ocupa del aprendizaje, funciona por bloques. Son nuestros automatismos adquiridos. Son fruto de nuestro aprendizaje; son adquiridas e inconscientes. Son, en la mayoría de los casos, nuestras respuestas en conserva.

Las generalizaciones

Generalizar nos permiten economizar energía, así diremos: la hierba es verde. Ésto, que sólo es una idea global, nos economiza el esfuerzo de mirar atentamente y darnos cuenta que en realidad hay una enorme cantidad de matices de formas y de colores. Si aplicamos esta generalización a las personas diremos: los españoles somos los mejores o los hombres son unos machistas etc. cuando en realidad cada persona es diferente, cada persona tiene una historia propia y una biología propia que no las hace ni mejor ni peor, sólo diferentes. Esta diferencia constituye la riqueza del genero humano.

Los Juicios

Juzgar las personas, aún teniendo en cuenta cada historia, cada biología, cada circunstancia, es condenarse al error. De hecho no deberíamos juzgarnos ni a nosotros mismos, y es algo que hacemos demasiado fácilmente; cada acto de nuestra vida es la consecuencia de una cantidad tan enorme de parámetros que todo juicio sólo puede ser erróneo y puede sumirnos en uno de los estados siguientes: agresividad, depresión y miedo, que son los estados propios de la desdicha.

Los juicios que emitimos  provienen de nuestra manera de ver el mundo, en la mayoría de los casos de manera inconsciente. Pero nos pertenecen y no tienen porque ser válidos para los demás; son una trampa más en la que caemos con mucha facilidad y que nos sume en la agresividad.

El miedo

El miedo, que en principio sirve para protegerse, huyendo de un peligro al que no podemos hacer frente puesto que es desconocido y para el que no tenemos recursos. Si se prolonga en el tiempo más allá del peligro, también puede sumirnos en un estado de infelicidad; tener miedo, agitarse, huir cuando no hay un peligro real e inminente, no sirve para nada. Nuestra inteligencia  no puede tomar el control.

La selección

Imaginemos un muro en el que falta un ladrillo. ¿Qué vemos? En general vemos más el ladrillo que falta que el muro mismo. Esto, que debe ser una herencia de nuestros tiempos de cazador colector (en el que toma sentido), hace que no tengamos en cuenta la realidad global, que juzguemos con demasiada facilidad y que veamos más los defectos que las cualidades reales de las personas y de las cosas. Intentar ver el máximo de posibilidades y aprender a relativizar son un buen ejercicio que nos ayuda a ser más indulgentes y a preservar nuestra felicidad.

La agresividad

La agresividad que es inútil cuando la vida no está en peligro o la depresión que sirve para hacerse el muerto frente al agresor (por falta de recursos), y que también es inútil cuando nuestra existencia no está en peligro, como el miedo por las mismas razones, son errores que hay que evitar intentando analizar lo más profundamente posible cada situación.

Conclusiones

Cada vez que caemos en la trampa de la depresión del miedo o de la agresividad deberíamos anotarlo en un cuaderno e intentar encontrar las razones. Esto no es fácil puesto que cuando caemos en estos estados nos es enormemente difícil ser objetivos, ejercicio obligado para alcanzar un cierto estado de felicidad.

Cada ventaja tiene sus inconvenientes, como cada inconveniente tiene sus ventajas; la ventaja de caer en un estado de desdicha es que esto puede servirnos para encontrar las razones que hacen que caigamos en esta trampa, para poco a poco encontrar los recursos mentales necesarios y así evitar sucumbir de nuevo.

La única razón por la que vale la pena luchar es para evitar caer en la desdicha.

Ver también la depresión y ansiedad.

Volver

 

 Las creencias


Si hay algo que nos moviliza o anima en esta vida son nuestras creencias.

"La fe mueve montañas" aunque no sea la fe misma la que mueve montañas, es ella la que predispone para hacerlo y es la predisposición la que nos hará lograr el objeto de nuestra fe.

Si voy a otro país con la creencia de que la gente de éste son agradables y cordiale, voy predispuesto a ser recibido con agrado; todo en mí, la expresión de mi rostro, mis gesticulaciones, mis palabras, mis pensamientos irán al encuentro de esas personas supuestamente agradables y aunque no lo sean vamos a inducir con nuestro comportamiento el comportamiento del otro. Esto es el verdadero milagro de las creencias.

Por supuesto toda medalla tiene su revés. En el caso precedente es fácil comprender que si voy hacia alguien con la creencia de que es antipático y desagradable, todo en mí va a reflejar esta creencia, mis expresiones, mis gestos y mis palabras van a inducir en el otro un malestar que puede alterar negativamente su conducta y provocar lo que me temía; lo más curioso es que luego confirmaré mi creencia diciendo: tenía razón, es un antipático.

El celoso, con su conducta provoca la huida de su compañera; provocando lo que se temía.

Creer que, es una hipótesis de un posible que debe dejar la puerta abierta a una posible evolución. Estar  seguros, de manera indiscutible, es cerrar la puerta a todo cambio y frenar la evolución.

No se trata de ser un crédulo; no porque compremos un billete de lotería nos tocará; pero el hecho de hacerlo va a crear la posibilidad de que esto ocurra.

Cada acto humano es la consecuencia de una creencia en un posible.

Yo creo que es posible ser mejor cada día y que vale la pena comprar el billete de la felicidad.

Nuestras creencias son armas de doble filo bien conocidas de políticos y religiosos; hay personas que matan y mueren por sus creencias. La historia esta llena de ejemplos, los cementerios también.

Debemos protegernos contra los manipuladores que utilizan la fe para convertirnos en sus juguetes, herramientas de sus propios fines. Dioses de carne y hueso con templos en Suiza; vendedores de paraísos a cambio de nuestro tiempo y, sobretodo, de nuestro dinero.

La verdadera fe sólo debe ocuparse de nuestro espíritu, no de nuestro bolsillo.

La más bella creencia que podemos tener es la de que es posible ser feliz.

Volver

 

 El sufrimiento


Uno puede preguntarse ¿para qué puede servir el sufrimiento? De hecho el sufrimiento físico es necesario para ponernos en alerta, paralizarnos o movilizarnos con el fin de proteger nuestra integridad física. Se comprende perfectamente con los ejemplos siguientes: si acercamos nuestra mano al fuego, el dolor nos avisa y nos moviliza con el fin de protegernos y evitar el sufrimiento; si tenemos hambre o sed hasta el punto de sufrir, buscaremos por todos nuestros medios los alimentos que calmarán nuestro sufrimiento; si nos rompemos un brazo, el dolor nos paralizará, para poder restablecernos, etc. Hasta aquí todo parece funcionar correctamente, sin querer entrar en la polémica de si todos los sufrimientos físicos son necesarios hoy en día, con los medios que nos ofrece la medicina para evitarlos. Un detalle, hemos dicho que el sufrimiento nos moviliza y paraliza. En ambos casos nace un deseo para evitar el sufrimiento.

El sufrimiento como generador de deseo

Anteriormente hemos visto que de un sufrimiento físico nace un deseo de liberación de este mismo sufrimiento; pero todos los sufrimientos no son necesariamente físicos.

Frente a un sufrimiento psíquico nuestras reacciones son similares; frente a una opresión que nos priva de libertad, nace en nosotros un deseo de libertad que moviliza todos nuestros recursos en busca de ésta, hasta la atenuación o supresión del sufrimiento. Estos recursos pueden incluso ser imaginarios: irse lejos, donde todo es posible (o sea mejor). Frente a un complejo de inferioridad nace en nosotros un deseo de superación (los niños se imaginan que son SUPERMAN), que sólo es un recurso para evitar el sufrimiento. En caso de no disponer de estos recursos necesarios, ¿qué se puede hacer?, aparte de irse (huir), paralizarse (deprimir), o enfrentarse (agredir); lo normal sería conocer lo mejor posible cuál es el problema, aunque tengamos que ir a ver un especialista que nos ayude a encontrarlo.

En la mayoría de los casos nuestros recursos están disponibles en nosotros mismos, pero no alcanzamos a encontrarlos.  En algunos casos basta encontrar una situación similar en la que hemos sido capaces de resolver el problema para que todo nos parezca más claro.

Dime cual es tu deseo y te diré cual es tu sufrimiento.

Volver

 

 

 El dinero y la felicidad


Está claro que el dinero no da la felicidad, la prueba es que todas las personas que poseen riquezas materiales no son necesariamente felices, si bien es cierto que el hecho de no tener que preocuparse por los bienes materiales puede facilitar el acceso a ésta.

El hombre que en un principio sólo podía ocuparse de su alimentación vital y su protección, ha podido desarrollarse, cultivarse y comenzar a entrever la posibilidad de ser feliz gracias al desarrollo económico y cultural, porque la economía da acceso a la cultura y a la libertad.

Cuando la riqueza se utiliza para aplastar a los más débiles, para oprimir, para privar de las más esenciales libertades; cuando se utiliza de una manera perversa, se convierte en un instrumento de desdicha.

Otro posible peligro es cuando la búsqueda de estos bienes por todos los medios, nos priva de nuestra propia libertad y de nuestro tiempo, convirtiéndonos en esclavos y alejándonos del objetivo final, la felicidad.

Volver
 

 

 La Realidad


Ser realistas es un arte que se aprende: la botella no está ni medio llena ni medio vacía, sino simplemente a medias.

El mundo que nos rodea no es ni bueno ni malo, ni bello ni feo, es tal y como es, sin juicios y sin calificativos.

Los seres humanos tenemos una gran dificultad para observar la realidad, nuestra cultura, nuestra historia y la experiencia adquirida se oponen, guían nuestros juicios, nuestra manera de vernos y de ver nuestro futuro.

Aprender a ver la realidad es aprender a hacer la diferencia entre lo que yo pienso y las cosas tal y como son.

Realidad personal

Lo que yo pienso me pertenece, es mi punto de vista, pero no es necesariamente valido para los demás, nuestros puntos de vista no son necesariamente universales. Todo lo que percibimos sólo es real si no lo juzgamos, cualquier juicio modifica nuestra percepción de la realidad.

"Lo que somos hoy proviene de lo que pensábamos ayer, lo que pensamos hoy construye nuestra vida de mañana, nuestra vida es una creación de nuestro espíritu" (Buda).

Realidad universal

La realidad reconocida por todos, la realidad científica, demostrable, repetible, pueden parecernos realidades universales, pero no hay que olvidar que esas realidades cambian, ayer la tierra era plana, hoy es redonda, cualquier nuevo detalle puede cambiar nuestra visión del universo.

Ser realistas, ¿para qué?

Ser realistas es muy útil y muy importante para aprender a comprendernos, a partir de la realidad podemos tomar consciencia de cómo se articulan nuestros pensamientos, si son negativos o positivos, si generalizamos, cómo juzgamos a los demás, cómo nos juzgamos.

El tiempo no existe

En la realidad el tiempo no existe, es una pura creación de nuestro cerebro, entre el pasado y el futuro no hay nada, la línea que los divide es tan estrecha como nos es posible medirla (cada vez más estrecha, imperceptible), puesto que el tiempo es una creación del espíritu y necesita una memoria, podemos crear un tiempo presente el, día a día, donde la vida toma sentido.

Volver

 

 

  Tal vez te interese
 
La autoestima
Estamos elaborando, poco a poco, un completo manual para fortalecer un aspecto fundamental para ser más feliz: la autoestima.
 
 


El funcionario

¿Mito o leyenda? ¿Es merecida la mala fama que tienen los funcionarios? ¿Te has sentido alguna vez maltratado por uno? ¿Este video es humor o realidad?

 


Respuestas a exámenes
Efectivamente, algunos niños merecen un cero patatero en la materia que han estudiado. Pero un 10 en imaginación. Son respuestas verídicas a exámenes.

 

 

 

 
 

 

 

 

 

Web hosting by Somee.com