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"Si ya sabes lo que tienes que hacer y no lo haces
entonces estás peor que antes." Confucio

Cuaderno de apuntes

Lujo subvencionado

Si nos visitara una civilización inteligente desde el más allá del Sistema Solar, seguro que quedaría alucinada de los contrasentidos de nuestra forma de ver y hacer las cosas.

Es cierto que el ser humano ya da más importancia a lo superfluo que a lo importante y que a lo básico. Tanto es así que se dan casos en los que un teléfono móvil de última generación, o un coche de lujo, impiden llegar a fin de mes. Es porque el deseo es más fuerte que la razón.

Hoy hablaremos del gobierno. Los gobiernos locales, autonómicos, e incluso nacionales, ofrecen subvenciones millonarias a determinadas compañías aéreas (entre otras) argumentando que crearán riqueza allá dónde pisen (como el caballo de Atila, pero al revés). Conocidos son los casos de RyanAir, que recibe unos 90 millones de euros al año en ayudas españolas, y los de Vueling, Air Nostrum o Spanair.

Todo esto es paradójico. Por un lado, con el dinero público se ayuda a los ricos, para los cuales siempre hay dinero disponible. Por otro, se rebajan los sueldos de los trabajadores, se reducen prestaciones sanitarias, se aumenta la edad de jubilación, y se disminuye el número de ambulancias con el argumento de que no hay dinero. La lista sería inmensa.

No sólo es paradójico sino injusto: estas compañías aéreas subvencionadas hacen la competencia desleal al resto. Por otro lado, si estas empresas tienen derecho a estas ayudas, deberían tenerlo las empresas realmente necesitadas, las que están pasando por situaciones desesperadas por sobrevivir un mes más, las que necesitan ayuda de la verdadera. No hay dinero para ellas; ni nunca lo habrá.

Con una gasolina cargada de impuestos hasta el tapón, con el IVA recién subido al 18% (amenazando llegar al 20), y con el resto de las infinitas aportaciones a las arcas públicas de cada uno de los ciudadanitos de a pie, resulta que siempre hay dinero para bancos, iglesias y para quienes pueden comprarse flotas enteras de aviones. No lo hay para mantener abierto un centro de urgencias saturado.

La ventaja de todo esto es que tengo la posibilidad de volar a Estocolmo por 20 euros. Pero no es más que una inmoralidad: con el dinero negado a la sanidad o a la educación, se subvencionan lujos y caprichos.

Y más inmoral aún: mientras lo prescindible resulta barato y subvencionado, lo necesario y esencial debe conseguirse con grandes sacrificios. Y si no, veamos qué ayudas hay disponibles para pagar la factura del dentista o del óptico, como si fuera un capricho cambiarse las gafas. O el tiempo que deberemos esperar si (toquemos madera) nos tienen que operar. Un tiempo excesivo por falta de medios. Ya ni mencionamos los numerosos casos en los que los enfermos han tenido que pedir dinero para pagarse un tratamiento o una operación que la "inseguridad social" no cubre. ¡Menudo Estado de Mierda!

Argumentan los distintos gobiernos (los locales, autonómicos, el nacional) que estas subvenciones crean riqueza, que si una compañía aérea decide instalarse en una pequeña ciudad, la actividad económica de esa ciudad crece como la espuma. La realidad es que "lo regalado va por lo tocado" en el mejor de los casos.

Puestos a crear riqueza, sería más adecuado y social que se construyeran más juzgados, con más medios para que la justicia fuera eso: justa por aplicarse a tiempo. Y que se informatizaran (eso crearía más riqueza aún). O que se subvencionaran centros sanitarios donde se tuviera la posibilidad de arreglarse la dentadura por 30 euros. O que se decidieran a construir las escuelas para los miles de alumnos que todavía acuden a barracones indignos. Hay cientos de escuelas por construir: eso también crearía riqueza y trabajo.

Porque a mi, eso de que mis impuestos sirvan para que un rico se vaya a Estocolmo por 20 euros, no sé que quieres que te diga... Pero si sirven para que un jubilado pueda cambiarse las gafas sin que tenga que pedir una hipoteca, ya me satisface más.


 

 

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