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Cuaderno de apuntes

Indignados con los indignados

El pasado 15 de Junio de 2011, un grupo de indignados se interpuso entre los diputados catalanes y su Parlament. A algún político le rociaron el cogote con spray; a algunos más los, empujaron. Y a todos los que entraron por la puerta principal (se libraron los que fueron a trabajar en helicóptero y utilizaron la puerta de atrás), les insultaron a placer.

Los políticos se indignaron con los indignados. Dijeron que ellos (sus señorías) son la sagrada representación de la democracia, recordaron que son inviolables, que tocarlos está penalizado, según las leyes que ellos han hecho, con penas de hasta 6 años. Y compararon a los que habían resultado más violentos con los colaboradores de ETA.

Sin estar de acuerdo en las formas de ese reducido grupo de indignados (o tal vez infiltrados para desacreditarlos ante la sociedad), sí lo estoy en el fondo. En mi modesta opinión, la mayoría de políticos actuales son una panda de personas de poca utilidad social que sólo discute sobre el dinero que pueden controlar y que dedican sus limitados recursos mentales y la mayoría de su tiempo a insultarse mutuamente. Primero ellos, después ellos, y si sobra algo, para ellos. Son inviolables, como algunos reyes, son el mismísimo ombligo de la Creación.

Si por mí fuera, los pondría a todos a trabajar en una mina de carbón con un salario de 600 euros al mes. Si por mí fuera, les haría esperar para ser operados un año, como a muchos. Porque ahora, si tienen pus en un grano, acuden 3 médicos pagados por nosotros a curarles.

Si pudiera modificar la ley, cobrarían la misma pensión que cobran la mayoría de nuestras madres, que no llegan a los 400 euros. Porque ellos, con sus leyes hechas a la medida de sus intereses personales, hechas a costa de los que estamos diciendo amén a sus incompetencias, cobrarán unos 3.000 euros mensuales (los que menos) cuando se jubilen y sin necesidad de cotizar los 40 años exigidos al resto de los mortales (con 11 les basta) para recibir 14 suculentas pagas anuales.

También les quitaría la “indemnización” que les cubre cuando dejan su cargo en el parlamento para que probaran la experiencia de ser desahuciados por el banco si no pudieran pagar la hipoteca. Porque ellos nunca han defendido el derecho constitucional de los españoles a tener una vivienda digna, porque han apoyado a quienes han especulado con la vivienda, porque no han hecho una ley que convirtiera en delito sacar provecho económico de la compra venta de viviendas, porque han ayudado al banco y han dejado abandonado al más necesitado, porque han mirado hacia otro lado cuando han visto cláusulas abusivas, porque han permitido un capitalismo sin valores, donde todo vale, donde se premia al más canalla, y porque asisten pasivamente al desahucio que los bancos (que han recibido dinero del Estado, de nosotros, de los propios desahuciados, no lo olvidemos) ejecutan sobre los más débiles. Y porque su gestión, no solamente ha sido inútil sino que mejor nos hubiera ido si no hubieran hecho nada.

Gobiernan contra el pueblo, contra los mismos funcionarios, contra los trabajadores de la Sanidad Pública, contra ellos mismos. Echan a médicos, enfermeros y profesores a la calle. Y lamen los apestosos culos de los directivos de las multinacionales, de los que fabrican armas (lee el DISCURSO CENSURADO de Gervasio Sánchez), de los especuladores de bolsa. Son fuertes con el débil y débiles con los fuertes. ¡Menudos Valientes!
 



Vergüenza les tendría que dar si la tuvieran: en Bellvitge, uno de los mayores centros sanitarios del Estado, donde van a parar los casos más difíciles, los pacientes permanecían, hasta hace poco, días en los pasillos de urgencias a la espera de habitación. Ahora, encima, cierran habitaciones, despiden a empleados. Porque no hay dinero, porque lo han dilapidado. Pero sus sueldos no los han rebajado. Sus sueldos son sagrados, inviolables, el centro del Universo, como sus señorías.

Y se indignan si les insultamos. ¡Pobrecicos!

Y nos recuerdan que la ley les ofrece inmunidad, prácticamente "impensabilidad maligna" contra ellos. Pero no dicen nada de que han sido incapaces de garantizar otras tantas leyes fundamentales, como las que garantizan el derecho al trabajo, a la dignidad, a la igualdad (el Rey se operó la rodilla tan pronto como se detectó la lesión; mi cuñaaaaaooo, tiene que esperar meses para algo peor), a la vivienda, a la propia vida.

Lo más triste de todo esto es que no hay solución a corto plazo. Porque la raíz de todo está en la educación: nuestro dios es Don Dinero, y adoramos al Poder como su principal apóstol, sirviéndonos de un Ego pasado de revoluciones, sin formación, analfabeto. Y mientras no se establezcan valores más sólidos a los más pequeños, a las nuevas generaciones, jamás podremos ir demasiado lejos. Mientras cobre más Belén Esteban que un buen cirujano, no iremos bien. Es más… ¡demasiado bien que vamos!

Hoy no acabaría de despotricar, pero se me hace tarde. Otro día sigo, porque si ellos, los políticos, están indignados, no te digo como estoy yo. Eso sí, si de mi dependiera la continuidad en el cargo de los actuales políticos españoles, me quedaría con poco más de una docena. Y eso si no me levanto de mala hostia como me he levantado hoy.

 

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