Preparar las vacaciones no
es tarea fácil. Por ello, hemos querido crear
este breve, pero eficaz cursillo cibernético
para, paso a paso, preparar esas vacaciones o
esa excursión de fin de semana. Para preparar un
viaje deben seguirse unas sencillas reglas.
Escoger el destino
No es un punto totalmente
indispensable. Bastaría con dirigirse a
cualquier estación de ferrocarril y decir "deme
un billete para el primer tren que salga" (el
ejemplo, en estos momentos, no puede aplicarse a
los aeropuertos, ya que éstos pueden convertirse
en principio y final de unas breves y económicas
vacaciones). O montarse en el coche y, al azar,
seguir al primero con matrícula de otra
provincia o país.
Otro método usado con gran
éxito es darle vueltas, con un hábil empujoncito
lateral con el dedo índice, a una bola del mundo
de juguete. El material de la bola debe ser
resistente, ya que los más fuertes pueden ver
como su dedo, o incluso parte del antebrazo,
indica, erróneamente, una visita a varios
centenares de kilómetros bajo la corteza
terrestre. Efectivamente, el sistema se basa en
darle el empujoncito, cerrar los ojos, contar
hasta tres y detener la bolita con el mismo
dedo. Al levantarlo, el destino queda claro y
las dudas disipadas. Si, por un casual, éste se
posicionara en mitad del Atlántico o en pleno
desierto de Gobi, se permite repetir la
operación. O asumir la aventura.
Estos sistemas ahorran las
pequeñas discusiones, tan poco constructivas, en
las que cada miembro que conforma el núcleo
familiar se propone visitar un lugar diferente,
o incluso quedarse en casa. Es ideal para
indecisos.
No obstante, lo más normal
es contemplar varias opciones para, usando el
método de eliminación, quedarse con la más
apropiada. El método de eliminación puede ser
llevado a cabo por uno mismo: "hace demasiado
calor allí"; por otros: "lo siento, no tenemos
plazas hasta febrero del 2.002"; o por factores
económicos -"he ido al banco a sacar dinero y se
ha descojonado toda la plantilla".
De entre esas opciones, la
más apropiada debe descartarse automáticamente,
en virtud de la
ley de Murphi, ya que no será posible
encontrar alojamiento, medio de transporte, las
tarifas serán abusivas, o una huelga de
pizzerías pondrá a toda la familia en contra.
Bien, con dos o tres
posibilidades, debe afrontarse al siguiente
paso.
Documentarse al respecto
Cuando se ha escogido un
destino, cabe preguntarse: "y cuando estemos
allí, ¿qué?". Aún si el conjunto de actividades
previstas se resume a comer, beber, dormir y
alguna cosa más, es preciso recoger la máxima
información. Que las habitaciones tengan una
temperatura adecuada para el descanso es
primordial. Los restaurantes y lugares de tapeo
deben conocerse al dedillo. Las tumbonas y
sombrillas de la piscina se reservarán con meses
de antelación: reservarlas in situ provoca
estrés e interrumpe el descanso. Y para no
agotarse, el bañador y las chanclas harán las
funciones de pijama, traje de paseo y vestido de
noche. Para las ocasiones especiales, un bañador
más oscuro.
Si, por el contrario, se
busca actividad, en contraste con las pocas
posibilidades que el trabajo cotidiano
proporciona, también Internet facilitará
información sobre las posibles excursiones, los
deportes, los lugares más concurridos, y las
fiestas a las que hay que acudir sin falta. Hay
que contar, en estos casos, con el placer de
asistir a las largas colas que se forman en los
peajes, o comprando entradas de cine, parques
temáticos o catedrales. Cómo no, sentirse uno
entre un protector rebaño humano que te
desplaza, aún profundamente dormido, desde el
principio al final de una cueva, es una
experiencia que debe ser absorbida por cada uno
de los poros de la piel. Por unas pocas monedas,
un modesto pastor guiará nuestros pasos.
Medios de transporte
Bien, ya tenemos el lugar
escogido. La palabra duda es desconocida para
nosotros. La marcha atrás no está concebida en
nuestra palanca de cambios. ¿Cómo desplazaremos
nuestros tipazos envidiables hasta el lugar
escogido?. Hay varios métodos conocidos.
Si se escoge meterse en el
coche como medio de transporte, hay que seguir
algunas reglas básicas:
Revisar el vehículo.
En un viaje largo, es necesario que los
puntos clave, como los frenos, los
amortiguadores o la dirección, estén
perfectos. En condiciones extremas, pueden
ser decisivos.
No marcarse
objetivos. El viaje es parte de las
vacaciones. Aún en la cola del peaje,
delante de un señor que no encuentra la
tarjeta de crédito, y de otro que está
buscando las monedas bajo el coche, debe
conservarse el buen humor. Si se llega
tarde, a nadie le importa. Ni a uno mismo. Y
si en el coche hay alguien con prisas, se le
puede recomendar otro medio de transporte
opcional, como ir a pié o montado en un
camello de alquiler.
No echar leña al
fuego. El conductor ya tiene bastante
con intentar saber por donde va, con
soportar a los conductores graciosetes de
turno, la monotonía, o el cansancio. No hay
que recordarle contínuamente que es un
inútil al volante y que con Luís ya
estaríamos tumbados a la fresca sombra de
una palmera. Los consejos, antes o después.
No sólo es inútil, si no que es
contraproducente.
No comer ni beber
como cosacos. Lo uno provoca somnolencia
tipo marmota. Al volante, un dulce sueño
puede acabar en pesadilla. Lo otro disipa la
prudencia, disminuye los reflejos y altera
el sistema nervioso, cediendo más facilmente
a infantiles provocaciones de conductores
que, tal vez, también han comido o bebido
como cosacos.
No escuchar nanas ni
música similar mientras se conduce. La
música suave puede llevar a tal relajación
que alguien acabaría preguntando: "¿quien
ronca?" y otro respondiendo con los pelos de
punta "¡es papá!" (o mamá, o la abuela, o la
tía, o cualquiera que en estos momentos
compagine el merecido descanso con la
conducción). Tampoco se trata de poner la
mas "heavy", porque se acabaría apartando a
los coches-tortuga a golpes de volante. La
música de Georgie Dan es la más recomendada.
Evitar temperaturas
altas. Si ya sabemos, si uno no tiene
aire acondicionado y el sol está
insultantemente radiante, tampoco hay que
quedarse en casa. Pero, sobre todo de noche,
es aconsejable que el airecito mantenga las
pestañas del conductor hacia arriba. El
calor provoca somnolencia. Por ese motivo,
los lagartos se ponen al sol a la hora de la
siesta.
Descansar.
Hacerlo por sistema. Por ejemplo, dos horas
de conducción y veinte minutos estirando los
pies. El agotamiento disminuye la atención y
los reflejos. El conductor debe estar
siempre fresco. Unos minutos de descanso,
aunque pocos, hacen maravillas. Y si
conviene dormir, se duerme. Recordamos, otra
vez, que no deben aprovecharse esos
descansos para tomarse unas cervecitas.
Nada es igual.
Las continuas obras, las desviaciones, las
rotondas, etc, hacen que cualquier parecido
con la carretera que se conocía cinco años
atrás, sea pura alucinación transitoria.
Si se opta por el tren, el
barco o el avión, aconsejamos visitar las
páginas de las respectivas compañías. En ellas
se encuentran algunas ofertas, fechas
ventajosas, consejos prácticos, horarios u otro
tipo de información que no siempre es dada a
conocer por otras fuentes.
Alojamiento
Todo está relacionado. Si
se tiene el lugar pero no hay maneras de ir, o
no hay sitio donde pasar la noche, es como no
tener nada. Una vez más, los buscadores pueden
llevarnos hacia el alojamiento ideal. Un
camping, un hotel, un apartamento, o una casa
rural: los primeros pasos están en Internet.
Luego, mejor una llamada, por si el hotel, cuya
página nos ha encandilado, se ha convertido en
un complejo de oficinas.
Bien, una vez coordinado lo
material, no debe olvidarse poner en la maleta
una buena dosis de humor, otra de paciencia,
otra de curiosidad y muchas ganas de pasarlo
bien.
Internet puede usarse como
única fuente de información o para ampliar la
disponible por otros medios. Ésta debe ser
comprobada si sus fuentes no son conocidas. O,
incluso si lo son, por si un horario, por
ejemplo, no está disponible. |