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Cuaderno de apuntes

La autoestima (7)


LA AUTOESTIMA EN LA PRÁCTICA

Hasta ahora hemos visto aspectos teóricos sobre lo que causa una baja autoestima y sobre lo que la puede mejorar. Llega el momento de entrar en el terreno de juego y poner los conocimientos en práctica.

Tomar consciencia de la vida

Habitualmente nos dejamos llevar por las emociones: si nos ponen una multa nos sentimos víctimas de la mala suerte; si perdemos el tren nos enfadamos con la puntualidad británica del conductor, etc. Las emociones, sobre todo las malas (odio, ira) disminuyen la correcta percepción de la realidad.

Por tanto, lo recomendable es observarse a uno mismo y a sus circunstancias, como si uno fuera el protagonista de una película y la pudiéramos ver, disfrutar y analizar cómodamente sentados en una gran sala de cine.

Observar y analizar. Nos tomamos nuestra vida de una forma demasiado personal. Y eso nos impide detectar las causas de lo que nos ocurre. Toda acción u omisión tiene unas consecuencias determinadas. Si algo ha salido mal, lo correcto, lejos de cabrearse como una mona, es pararse a pensar la manera de evitar lo malo que nos ha ocurrido. Incluso ir más allá: lograr la excelencia por el puro placer de disfrutarla.

Vivir el momento. Es curioso como muchos nos dejamos atrapar por las dudas y temores incluso en los momentos en los que más podemos disfrutar de esta vida. Hay tiempo para todo: para reír, para llorar, para pensar, para actuar, para correr, para descansar, para hablar y para escuchar. Pero si el cuerpo está en un lugar y la mente en otro (seguramente más conflictivo), nunca disfrutaremos de nada.

Hay que disfrutar del momento. El pasado ya no existe y el futuro es probable que exista de una manera distinta a la que esperamos o tememos. Lo que tenga que ocurrir, ocurrirá. Y cuando nos toque llorar, ya lloraremos. Por tanto, siempre que se presente la ocasión, disfruta al máximo del momento, incluso del trabajo. Y, sobre todo, obsérvate para encontrar la forma de sentirte más feliz con lo que tu vida te proporciona.

No rebelarse contra la vida. La vida es injusta, todos lo sabemos. Cuando a uno le toca una de esas injusticias, parece que el mundo tiene que venirse abajo, que nada tiene sentido. Pero las cosas ocurren y dejan consecuencias. Acepta las cosas que no puedas modificar, y modifica para mejorarlas todo lo que puedas. Pero intentar cambiar el mundo con una mente llena de resentimiento, no conduce a nada bueno sino todo lo contrario.

Por otro lado, cada adversidad es un reto que te hará una persona más completa: disfruta del momento.

Dedícate un tiempo para ti. Pasan los días y los años con lo de "tengo que...", y sin darnos ni siquiera el placer de disfrutar con lo que más nos gusta. Si hay tiempo para sufrir, también lo hay para disfrutar. Tómate algunas horas a la semana para saborear este mundo en el que estás de paso. Recuerda eso: estás de paso y nada vas a llevarte salvo las experiencias.

Aceptar los errores. Todos cometemos errores. Persistir en el error por orgullo lo empeora todo. Salir del error, reparar lo que se pueda y rectificar, te liberará de muchos malos momentos, tanto en el presente como en el futuro. Cuando se comete un error se presenta una magnífica oportunidad de aprendizaje y superación. Olvida el error y quédate con lo aprendido y con la satisfacción de que sabrás evitar malos momentos a partir de tus observaciones.

Cuidar el cuerpo y la mente. Es habitual acudir al gimnasio para tener un cuerpo sano y en forma. Lo que no lo es tanto es practicar ejercicios para conseguir una mente ágil y sana, una mente que no represente una carga adicional en tu vida. La felicidad no consiste en lo que te ocurre sino más bien en cómo te lo tomas. Por eso, mejorar tu actitud mental es fundamental para añadir momentos felices a tu vida. Las lecturas sobre la superación personal y las técnicas de relajación y meditación contribuirán a alejar los fantasmas y a disfrutar del momento.

Comprensión. Otro factor que nos evitará conflictos es la comprensión hacia los demás, es decir, ponerse en el lugar de los demás. ¿Qué hubiésemos hecho nosotros en la situación de la persona con la que nos hemos molestado? Tal vez no hubiésemos tenido más opción que lo que esta persona ha hecho; aún así nos ha molestado. Antes de deducir, de prejuzgar, de soltar un sermón, pongámonos, por un momento, en la situación del otro (o de los otros) e imaginemos que habríamos hecho en su lugar.

 

 
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