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"Es menos malo agitarse en la duda que
descansar en el error." Alessandro Manzoni

Cuaderno de apuntes

Prueba de amor

Estaba yo tan tranquilamente repartiendo malocotones con mi fragoneta cuando, repentinamente, un payo salio por el arradio y se me puso a contar un cuento. Era un tal Jorge Bucay. Me gustó tanto que cuando me di cuenta, cerré la boca, apagué el arradio y seguí repartiendo los malocotones con más alegría. Aquí tienes el cuento.

Si no te gusta leerlo, quizás te guste escucharlo.

Un chico y una chica, que se habían criado en un pequeño pueblo de leñadores, estaban tan enamorados desde tan pequeños que todos estaban encantados con su romance. Tanto era así que, cuando se hicieron mayores de edad, sus padres les compraron una parcela para que él pudiera trabajar de leñador y todo el pueblo construyó para ellos una cabaña en mitad de ese bosque. Y allí pasaron mucho tiempo juntos, disfrutando de ese cariño y de ese gran amor que les unía, que les había unido desde casi toda la vida.

Faltaban pocos días para el primer aniversario de bodas. Ella pensó que había llegado el momento en que tenía que demostrarle la inmensidad de su amor por él. Así que, mientras él estaba trabajando en el bosque, bajó al pueblo con los pequeños ahorros que había ido haciendo con la compra diaria.

Empezó a dar vuelta por el pueblo en busca de un regalo. No quería regalarle un hacha nueva ni tampoco lana para hacerle un jersey: quería algo que le demostrara su amor. Pero no encontró nada que le gustara.

Cuando ya casi se volvía a casa sin nada, vio, en el escaparate de la joyería del pueblo, una hermosa cadena de oro. Y supo que esa cadena era el regalo exacto, ya que lo único que él tenía era un reloj de oro que le había regalado su abuelo, un reloj que adoraba. Una cadena de oro le haría feliz y le demostraría que vivía con una mujer que le quería de verdad.

La realidad cayó a sus pies cuando, al preguntar el precio, se dio cuenta de que tendría que ahorrar dos años más para conseguir pagar la cadena. Así que, decepcionada y triste, volvió a su casa. En su vuelta, pasó por delante de la peluquería del pueblo y vio un cartel que decía "se compra cabello natural". Y entró a preguntar. Porque su cabello era hermoso y tan largo que le llegaba hasta la cintura.

Le ofrecieron, siempre que se lo cortaran a ras, justo el dinero que le faltaba para comprar la cadena. Desprenderse de su atractiva melena era un sacrificio muy grande, algo que le demostraría a él todo el amor que ella sentía. Por eso no le importó comprometerse a cortarse el cabello el día del aniversario. Antes de subir a su casa del bosque, fue a ver al joyero y le dio una paga y señal por la cadena de oro.

El día del aniversario, como cada día, se dieron un beso; él se fue a trabajar al bosque y ella bajó al pueblo a cortarse el cabello. Y le quedó tan corto que casi no tenía. Con el dinero que le dieron en la peluquería se fue al joyero y compró la cadena de oro. Y volvió a su casa con un pañuelo atado en la cabeza. Él adoraba ese cabello, pero no importaba, porque volvería a crecer.

Ella lo esperó en casa con las luces apagadas, con unas velas que disimularon su corte de cabello. Cuando él llegó del bosque, enseguida lo hizo sentar y sacó de debajo de la mesa el pequeño paquete donde estaba la cadena y se lo dio. Él, por su parte, se subió a una silla para alcanzar una enorme caja de cartón que había escondido sobre el armario. Y también se la dio.

Ambos, impacientes, abrieron sus regalos. Ella terminó antes y vio, envueltas en un montón de papeles, un par de enormes peinetas que él había comprado vendiendo el reloj de oro del abuelo.

Esa hermosa historia quizás nos enseña que el amor no debería medirse por lo que uno es capaz de sacrificarse y sufrir por el otro sino por lo que uno es capaz de disfrutar con el otro.