No puedo parar
Todo empezó un domingo por la mañana. Frente a frente,
la taza del water y yo. La cremallera se abrió
bruscamente debido a la presión a la que estaba siendo
sometida. El monstruo del Lago Ness apareció, salió a la
superficie; todas las cervezas de la noche anterior
tenían que ser evacuadas urgentemente.
Hasta aquí, todo bien. El
chorro salía con una fuerza excepcional. Además, siempre
aprovechaba los primeros momentos para jugar un poco
haciendo diferentes formas, como en un espectáculo
acuático (más bien meático) de una de las fuentes de
Montjuic. Tenía el mejor "joystick" en mis manos.
El potente chorro formaba una
línea recta perfecta. Mientras, me distraía mirando los
azulejos del lavabo, que ya conocía a la perfección. Si
fueran de madera ya hubiese marcado cada meadita con una
raya, a modo de estadística. Seguro que Robinson Crusoe
lo habría hecho.
Hasta aquí todo era normal
todavía. Hacía ya más de un minuto que el líquido
elemento salía, pero ya se sabe: era domingo por la
mañana. Iba planificando el día. La verdad es que la
micción se presentaba larga y me daba tiempo incluso de
planificar la semana.
A lo primero me hacía cierta
gracia. Pero a medida que pasaba el tiempo me empezaba a
preocupar. Aquello no paraba. El chorro era constante,
infinito en su fuerza y en su caudal. Nunca había visto
al monstruo del Lago Ness de aquella manera. Además, su
volumen era considerable, ya que la trempera matinera
(erección matutina) no desaparecía hasta un buen rato
después del correspondiente alivio de la vejiga.
Tiempo y más tiempo. Ya pasaba más de una hora y todo
seguía igual. Imposible, aquello era interminable. Algo
me decía que esto era una venganza de mi viril miembro.
Tal vez lo había utilizado demasiado, tal vez demasiado
poco. No sé que media de uso considera normal mi pollita
(llamarla así me resulta cariñoso). Hubiese jurado, si
no hubiera sido porque el chorro me impedía comprobarlo,
que la abertura se movía, como una boca que se mofaba en
mi cara. De pronto tuve una idea
que me pareció genial. ¿Cómo no se me había ocurrido
antes? Vacíe la botella Ajax Pino (que olor a
naturaleza...) y encerré al monstruo en su interior.
Tenía poco más de un minuto para llegar al teléfono,
llamar a urgencias y volver a la taza. No funcionó. No
me creyó nadie. Y no podía salir de casa en aquel
lamentable estado.
He decidido escribir este
e-mail de socorro. Pero ahora tengo que hacer una breve
pausa para cambiar el barreño que tengo bajo la silla.
Hoy ya he llenado 6 y todavía no me he tomado el café..
Roger
Subirana
http://www.rogersubirana.galeon.com
Destrozado al castellano
por Antonio Moreno
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