Frases y derivados

 Suscríbete - Buscar - Contactar - Descargas

   


Página principal - Zona Activa - Frases célebres - Humor - Cocina - Diario Impersonal - El baúl de la sonrisa

 

Página Principal

Textos breves

BLOG: Diario Impersonal

Frases Célebres

Frases Inéditas

Estoy indignado

Comentarios

La Ley de Murphy según los internautas

Versos

Traductor Monoidiomático

La Ley de Murphy

Frases de Groucho Marx

Frases de Mark Twain

Proverbios

Refranes

 

 
     

 

Textos breves

 
       

Encuentros


El ruido había cesado, todas las bombas, disparos y gritos habían dejado paso a un silencio "ensordecedor". Una niebla espesa de humo rodeaba todo el campo de batalla. En varios sectores del bosque ardían pequeñas llamas confusas. Llamas que eran reflejos perdidos de anteriores explosiones. Una alfombra de cadáveres finalizaba el adorno de tal lúgubre paisaje. Los restos de un avión, que descansaba en un pequeño claro, se convirtieron en las sábanas de un gran lecho de muerte. Un fino viento, tímido, sin fuerza alguna, acariciaba los rostros desfigurados de hombres sin identidad. Amigos o enemigos, poco importaba ya. Los rifles de unos y otros, armas inertes, se acariciaban en el suelo ajenos a la desgracia que habían provocado.

El soldado avanzaba a través del tumulto de muerte. A través de la niebla y de árboles carcomidos por llamas. Pasaba por encima de los cuerpos de sus compañeros. El recuerdo de los buenos momentos pasados con ellos invadía su pensamiento. Cruda realidad contrastaba en sus memorias. La tristeza afloraba su corazón. Un sentimiento de impotencia y de rabia contenida se mezclaba sin orgullo. Levantaba su mirada y la perdía en la distancia. Intentaba ver donde acababa aquella basta extensión. Pero mirase donde mirase, la desolación parecía ser infinita.

Al cabo de un rato de avanzar sin rumbo, llegó a las trincheras enemigas. La muerte no escogía bando, no entendía de "buenos" ni "malos". Hacía su función implacablemente y sin remordimiento. Tampoco ahí había nadie, nadie con vida. El soldado se compadeció de todos sus supuestos enemigos. Un fúnebre empate. Un resultado merecido a favor de la insensatez del ser humano.

La misión del soldado era avanzar a través de las líneas enemigas, llegar a su trinchera y destruir el puesto de radio. Poco sentido tenía ya su objetivo, de todos modos se dirigió al puesto de radio. El barracón estaba prácticamente destruido. Una alfombra de cuerpos se esparcía por el suelo. En un rincón vio al aparato. Estaba roto, los zumbidos de morse se habían apagado para siempre.

De pronto, oyó un leve quejido. Parecía un espejismo auditivo pero poco a poco se dio cuenta que su imaginación no le estaba jugando malas pasadas y que aquello era real. Alguien gemía de dolor. Vio un cuerpo que se movía ligeramente. El soldado se acercó poco a poco. Los suspiros eran agonizantes y cada vez más cercanos. Se alarmó pensando que a lo mejor aquel desconocido aprovecharía el último aliento de vida para dispararle. Pero no fue así. Estaba completamente fuera de combate, prácticamente muerto. Le faltaba una pierna, seguramente debido al impacto de una bomba, y su cuerpo estaba rebozado de metralla. Descansaba encima de su propio charco de sangre. Por fin, con gran esfuerzo se pudo girar. Las venas del soldado se congelaron al ver aquello. El hombre que yacía en el suelo era él mismo. No había duda. El último suspiro de vida lo dedicó a su propia alma.

Roger Subirana
http://www.rogersubirana.galeon.com 

 


 

 

  Tal vez te interese
 
La autoestima
Estamos elaborando, poco a poco, un completo manual para fortalecer un aspecto fundamental para ser más feliz: la autoestima.
 
 


El funcionario

¿Mito o leyenda? ¿Es merecida la mala fama que tienen los funcionarios? ¿Te has sentido alguna vez maltratado por uno? ¿Este video es humor o realidad?

 


Respuestas a exámenes
Efectivamente, algunos niños merecen un cero patatero en la materia que han estudiado. Pero un 10 en imaginación. Son respuestas verídicas a exámenes.

 

 

 

 
 

 

 

 

 

Web hosting by Somee.com