Cuaderno de apuntes La sospecha (II) Manipulando con la sospecha El hecho de que una sospecha tenga una base sólida suele ser lo de menos. El caso es que si la duda se ha instalado en el pensamiento, implicará unas consecuencias que casi siempre son negativas e imprevisibles. Los manipuladores lo saben y saben como sembrar dudas y sospechas para manejar a los demás como simples marionetas. Sus objetivos pueden ser totalmente ajenos al tema central de la duda. El manipulado es usado para fines que éste desconoce y suele negar que esté siendo usado. Por ejemplo, si un señor tiene como objetivo quedarse más tiempo a solas con una señorita en la oficina (para intentar disfrutar de sus encantos), pero le estorba la presencia de un tercero, puede lanzarle a éste el siguiente comentario: "se comenta que pasas demasiado tiempo en la oficina en lugar de visitar a los clientes, te lo digo por tu bien". La víctima, sobre todo si está en una situación precaria, preferirá no arriesgarse y pasar más tiempo fuera de la oficina, dejando el campo libre al manipulador. Los manipuladores no tienen escrúpulos cuando apuntan sus armas hacia el objetivo. Y éstos, los objetivos, pueden ser muy variados, tanto como los motivos que los generan, como la envidia o la ambición. Para conseguir las metas hay dos sistemas principales: uno es por méritos propios. El otro, con juego sucio, con trampas y poniendo obstáculos a todo cuanto se interponga en el camino. Sean cuales sean los motivos, incluso por el simple placer de hacer daño, los objetivos pueden ser muy variados: romper una pareja para tener una oportunidad, debilitar a un rival en nuestra carrera profesional, romper la unión de un grupo para debilitar su poder, evitar unos votos contrarios a nuestros intereses, intentar que despidan a un compañero de trabajo o a un superior, dejar sin apoyos a un aspirante, poner a todos en contra del elegido, etc. El trabajo del manipulador es tan sutil que cuando la víctima se da cuenta de lo que está pasando suele ser demasiado tarde para remediarlo, ya que para conseguir sus objetivos (lograr el despido de un compañero de trabajo) puede manipular tanto a este compañero como a quien puede decidir su despido. Por ejemplo, si el manipulador sabe que el director de ventas prefiere que los vendedores pasen gran parte de su tiempo haciendo visitas a los clientes, éste puede decirle a la víctima elegida "me da la impresión de que tus informes son poco elaborados para el gusto del director". Si éste cae en la trampa, puede pasarse aún más tiempo en la oficina elaborando informes. Al mismo tiempo, al director podría comentarle "la verdad es que parece que pase olímpicamente de hacer visitas, cada vez sale menos a la calle, compruébalo tú mismo si no me crees: te lo digo por el bien de la empresa". Además, y para colmo, el manipulador incluso podrá argumentar que pretendía ayudar a ambos. Los manipuladores suelen ganarse la confianza del grupo objetivo. De este modo, las marionetas bajarán la guardia y será aún más fácil que el ataque prospere sin que nadie oponga resistencia alguna. Mensajes como "esto es una gran familia" o "aquí existe una confianza total", son reiterativos porque crean un aparente clima de afecto que nadie pone en duda. Las sospechas se hacen llegar como un acto de aprecio profundo "creo que fulanito pretende cargarse tu proyecto, actúa con discreción. Sabes que te aprecio". Sin embargo, la verdadera intención del manipulador podría ser romper un formidable equipo que pone en evidencia la incompetencia profesional del manipulador. La sospecha puede llegar disfrazada de pregunta: - ¿Crees que tu marido tiene tanto trabajo como para llegar tan tarde a casa? ¡No soportaría que te hicieran daño! O como comentario sin aparente mala intención: - Menos mal que estás tú en esta casa porque si la llevara tu marido, no se podría ni entrar. Las sospechas quedan grabadas y muchas veces culminan con su autocumplimiento: si al marido se le cae alguna vez una taza al suelo, la mujer recordará el comentario y pensará, sin tal vez haberlo hecho antes, que, efectivamente, vaya desastre de persona es la que convive con ella. La mujer adoptará una guardia permanente y se genera un ambiente enrarecido sin comerlo ni beberlo que puede acabar con una bonita relación. Cuando se percibe un mal ambiente en una relación que antes funcionaba perfectamente, cuando en un grupo aflora la desconfianza donde antes reinaba la armonía, cabría sospechar que alguien está manipulando la situación y sembrando cizaña. Además de la desconfianza, la ruptura de afinidades y complicidades beneficiosas, la desunión, desvalorizaciones mutuas y la creación de clanes, aparecen pensamientos obsesivos, comportamientos desproporcionados, ansiedad, nerviosismo, miedos, inseguridad, depresiones y, con todo ello malestares físicos y sicológicos. Muchas veces no se detecta que unas desavenencias pueden tener su origen en un aparentemente ingenuo mensaje hecho llegar por un manipulador. Si no se conocen las técnicas de manipulación, es muy difícil darse cuenta de lo que pasa. Pero eso no tiene que ser motivo para dudar de nuestra inteligencia. Las consecuencias son imprevisibles: la separación de una pareja, el dejar de ver diariamente a los hijos, la pérdida de un trabajo, la pérdida de un amigo, el desprestigio personal, etc. Convivir con un manipulador es un peligro constante, esa el la mala noticia. La buena es que existen técnicas de contramanipulación, pero por hoy ya es suficiente.
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