Ser bueno y parecerlo Hace unos dias apareció en esta web una frase de Antonio Machado, aportada por un apreciado visitante. Decía: "Benevolencia no quiere decir tolerancia de lo ruin, o conformidad con lo inepto, sino voluntad de bien." Hay otra con un significado similar, pero vista desde otro ángulo: "Lo más atroz de las cosas malas de la gente mala es el silencio de la gente buena." La frase es de Mahatma Gandhi. Y es que muchas veces se confunde bondad con conformismo, con sumisión, con dar otra oportunidad más, con no "montar el pollo" por una tontería. Al Estado se le supone vocación de bien. Sin embargo, aunque siempre menos de lo que es de esperar, actúa con firmeza contra quienes se aprovechan de la bondad de los otros, a modo de complicidad, para hacer el mal sin resistencia. Estoy hablando, como decía Machado, de la excesiva tolerancia con la que dejamos que algunos sigan actuando de forma ruin, aprovechándose precisamente del silencio, de la actitud pasiva, tal vez del miedo, y tal vez de la comodidad de evitar molestias. Y es que, a veces, hacer el bien significa hacer daño a quien hace el mal. Y eso es algo que puede entrar en conflicto en la conciencia de la gente buena, acabando, una vez más, en el silencio, en la pasividad y, en definitiva, siendo cómplices del malvado, ayudándole a que siga utilizando sus sucios métodos para conseguir sus objetivos. Veamos un ejemplo: el vecino de abajo se dedica a vender droga que, además, está adulterada. Sabemos que su actividad arruina la vida de muchas personas y que no es más que un asesino que actúa en diferido. ¿Qué hacemos? Por una parte está el miedo a que se entere del soplo y nos venga a visitar. Pero aún si no fuese así, que haríamos. Si no lo denunciamos, seguirá sembrando muerte. Si lo denunciamos, lo meteremos entre rejas durante un largo periodo, es decir, seremos jueces y verdugos, algo que no nos va. Sin ir tan lejos, podemos ser el objeto de algunos de los abusos que sobreviven gracias al silencio de la gente buena. La publicidad engañosa es un ejemplo: nos dan gato por liebre, pagamos sin rechistar y, además, no decimos nada. No quiero decir que a partir de este mismo momento montes una cruzada contra todas las injusticias que detectes. Ni que utilices tus uñas para combatir a los leones. Pero sí que, de vez en cuando, aunque sea un par de veces al año, hagas algo para denunciar el mal, pensando que haces bien y que evitas que otras personas sean víctimas de ese mal. Pero a tu modo, con comodidad, porque parece que los gobiernos se alíen con quienes actúan de mala fe y encima controlan los pasos de la gente inofensiva. Según como te veas, a veces puede valer un "camarero: este pollo es una mierda", otras una carta al periódico, o llenar la hoja de reclamaciones. Pero siempre sin riesgos, porque, como ha ocurrido recientemente, por llamar la atención a unos jóvenes por su actitud (http://www.lavanguardia.es/lv24h/20080826/53527739488.html) puedes acabar en la tumba (No entramos en quien tenía o no razón y además parece ser que en este caso hubo mala suerte). Y por un bocinazo mal interpretado puede bajarse el conductor aludido, navaja en mano, y descuartizarte en un periquete. Por tanto, salvaguardando siempre nuestra integridad física y moral, busquemos cada uno el método que mejor se nos adapte y no permitamos que los que abusan de los buenos lo sigan haciendo tan fácilmente. De granitos de arena están hechas las playas.
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