Cuaderno de apuntes
02-03-2007

La realidad

Si partimos de que la realidad es lo que se percibe de una forma objetiva, llegaremos a una conclusión errónea sea cual sea el tema a tratar. En primer lugar, porque tanto nuestros sentidos como nuestros conocimientos son muy limitados. Pero hay más inconvenientes.

Del mismo modo que la mayoría de los animales desconoce la existencia de las bacterias, esos mismos animales son capaces de detectar una inminente catástrofe natural. El mundo es el mismo, pero es evidente que hay señales que el ser humano no capta. Parece que vivamos en mundos distintos, como si esos 5 sentidos fueran insuficientes.

Lo que llamamos realidad es nuestra percepción del entorno. Si estamos de acuerdo en que nuestros sistemas de percepción son limitados, deberíamos estar de acuerdo en que sólo percibimos parte de la realidad.

Pero además, y fruto de las vivencias de cada cual, esa limitada percepción pasa por un filtro mental que hace que esa misma realidad (unos mismos hechos, unas mismas cosas), sea vista de forma diferente según sea la persona y el filtro que que ésta haya ido configurando con el tiempo.

Para mí, por ejemplo, es impensable comer un filete de serpiente, cosa que es una delicia para los asiáticos. La realidad (la carne de serpiente en este caso) es la misma. Pero mi cerebro la tiene clasificada como algo repelente y nauseabundo, mientras que otros son capaces de gastar la mitad de su sueldo con tal de degustarla en un restaurante de lujo.

Para unos, una corrida de toros es un espectáculo formidable, una lucha noble entre el hombre y el animal. Para otros, una tortura salvaje e innecesaria. Un terrorista cree que es el liberador de un pueblo oprimido por el invasor.

Quien explica al forastero como llegar a una calle y aplica su realidad (cerca del ayuntamiento, detrás de la iglesia) a quien tiene un mapa mental en blanco del lugar, ofrece una comunicación que no llega ni siquiera a deficiente. El profesor que desconoce el nivel de conocimiento del alumno, pierde y hace perder el tiempo.

La comprensión de este hecho, de que cada cual percibe la realidad según sus limitaciones y filtros, debería servirnos para mejorar la comunicación, la comprensión y la tolerancia. Esto nos reportará beneficios a largo plazo y puede evitarnos malentendidos que, no pocas veces, suelen llegar a unas consecuencias desastrosas.

Hay que partir de la realidad que percibe el interlocutor (saberlo se consigue escuchándolo con interés) o explicarle nuestra realidad; lo que más sencillo resulte. Es algo así como saber idiomas: una ventaja indiscutible.

Ponerse, aunque sea un instante, en los zapatos de los demás, en su realidad, nos ayudará a comprender sus motivaciones y mejorar nuestras relaciones personales y con el entorno.

 

 

 

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