Reconocer a un paranoico Un paranoico tiene unas características que los hacen detectables con facilidad. Convivir con uno de ellos no es tarea fácil. Pero veamos cómo son y como se comportan. Luego veremos que hacemos con ellos.
Los paranoicos toman el poder por la fuerza, sin contemplaciones, sin utilizar la seducción que utilizan otros manipuladores como los son los perversos. Y lo hacen también por temor: atacar antes de ser atacados. Sus actos son, sin excepción, en defensa propia. Ven ataques por todas partes y posibilidades de que se generen en cualquier situación. En situaciones donde otros las soportan con un agudo sentimiento de culpabilidad, los paranoicos actúan violentamente contra el presunto portador de las amenazas. El paranoico compulsivo (esto es una redundancia) atacará a sus víctimas con balas fabricadas de lo que el mismo no puede soportar. Atribuyen a los demás una maldad que no es más que su propia forma de actuar: “piensa el ladrón que todos son de su condición”. Los ataques sobre sus presas les resultan suficientes para calmar su agresividad interna. Es por ello que un paranoico puede incluso ser agradable en otros círculos, con lo cual nadie dará crédito a quien pueda contar las iracundas acciones de un paranoico consumado. Ten cuidado si te ves obligado a convivir con un paranoico porque puede desquiciarte. La buena noticia es que tienen un punto débil: en el fondo son unos miedicas de mierda (con perdón) y extremadamente débiles psicológicamente. La receta es conseguir, por tanto, una resistencia psicológica suficiente y servirse del escudo de la indiferencia. Porque, realmente, ni siquiera merecen un minuto de tu pensamiento. No es tarea fácil, por supuesto, pero, al final, no hay más opciones. Y, por si fuera poco, no hay nada que les desquicie más a ellos que un ataque frustrado. |