Cuaderno de apuntes La memoria emocional Al nacer ya traemos inscritas en nuestro cuerpo las emociones, somos capaces de sentir irritación y miedo, en oposición tranquilidad y bienestar, pero esencialmente sabemos lo que es agradable o desagradable, es nuestra capacidad innata de sentir emociones y por encima de éstas se van a ir inscribiendo en nuestra memoria acontecimientos nuevos que tendrán una “coloración emocional” de manera que toda nuestra memoria estará repleta de emociones memorizadas que serán nuestro guía a lo largo de toda nuestra vida. Son las emociones las que nos permiten saber si algo es peligroso, triste, alegre, etc., y nuestro comportamiento dependerá de ellas, son éstas las que nos harán reaccionar de una manera determinada. La famosa magdalena de Prust describe su funcionamiento, en este caso un sabor (la magdalena mojada en el te) traen a su memoria un montón de recuerdos de su infancia y ponen en marcha todas las emociones consiguientes. Un sabor, un olor, una sensación táctil, una imagen o representación, un sonido se imprimirán en nuestra memoria con una emoción especifica asociada, (no necesariamente la más apropiada), y cada vez que esa imagen, ese sonido, esa situación etc., estimulen nuestros sentidos surgirá la emoción asociada en nuestra memoria. Como vemos nuestra memoria es emocional, un recuerdo es agradable o desagradable porque en nuestra memoria está inscrito con esa emoción especifica. Si evocamos un buen recuerdo, esas emociones agradables aparecen al mismo tiempo, de igual manera un mal recuerdo lo es porque comporta o está asociado a una emoción desagradable. Os sugiero experimentar ese magnifico mecanismo. Traer a vuestra consciencia un recuerdo agradable y tomar consciencia de las emociones asociadas ¿Cómo nos sentimos? Hacer lo mismo con una emoción desagradable. El inconveniente de este mecanismo es que una emoción desagradable puede “dispararse” cuando menos nos lo esperamos y fuera del contexto en el que la hemos memorizado.
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