Cuaderno de apuntes - Página principal Infelicidad imaginaria La infelicidad está íntimamente ligada al miedo. En un estado depresivo, el propio miedo paraliza la búsqueda de una salida. Si se pasa por una temporada de ansiedad, toda duda es una amenaza que genera más dudas y más amenazas, hasta llegar al pánico. En algunos casos ese miedo está justificado, en otros, es la imaginación la que se encarga de producir una gran película de terror en la que somos el protagonista estelar y en la que sufriremos todo tipo de desdichas. Si alguien no nos contesta el teléfono, podemos pensar que estará conduciendo, en una reunión, o en el cine. Pero solemos pensar que somos un bicho molesto para él, que pasa de nosotros y nos preguntamos qué habremos hecho mal. Este tipo de pensamiento, fruto de la especulación sin ninguna base, no aporta ninguna sensación agradable, sino todo lo contrario: nos hemos proporcionado una sesión gratuita de infelicidad. Por otro lado, cuando cometemos un error, nos flagelamos sin compasión con autocríticas que no quisiéramos para nuestro peor enemigo: "soy un desastre", "soy lo más incompetente que ha pisado jamás la tierra", "no sirvo para esto", "ya me lo decía mi padre"... Esto es irreal, porque el hecho de cometer un error es humano y no significa que uno es un fallo de la naturaleza. La realidad es más simple: no se ha hecho las cosas bien en esta ocasión. Y la realidad es que es una oportunidad para mejorar. Sin embargo, lo más habitual es imaginarnos las cosas que hagan falta con tal de provocarnos una sensación desagradable y juzgarnos como lo peor de la creación. Es más exacto (y constructivo) decir que se tiene miedo de una cosa concreta (lo cual nos da una oportunidad de corregir la situación), que juzgarnos como miedosos compulsivos, lo que nos cierra toda salida posible a la situación y nos proporciona ese estado de infelicidad nacido de una sentencia inexacta sobre nosotros mismos; es decir, una infelicidad basada en la ficción. No es lo mismo "estar con una depresión" que "ser un deprimido". Ni "estar con infelicidad" que "ser un infeliz". Porque según sea el mensaje que nuestra mente nos genere, optaremos por resignarnos a comer infelicidad hasta el fin de nuestros días, o saber que una mala temporada todos la tienen, intentando salir de ella lo antes posible. Esta forma de pensamiento genera buenas expectativas, lo cual elimina, por si solo, gran parte del sentimiento de infelicidad que veníamos arrastrando. En cualquier caso, las ocasiones para ser infeliz
ya se presentan solas y no necesitan nuestra colaboración para
sustituirlas en el caso de que no acudan o para potenciar sus efectos. |