Cuaderno de apuntes

Las fases de una relación

Las relaciones, ya se trate de amor o de amistad, pasan por varias fases que, al final, determinan su calidad.

La primera fase podemos describirla como la "luna de miel". El otro es la perfección personificada, no hay nada que nos moleste, no escupe sino que transmite humedad al ecosistema. Si come hamburguesas en la cama es algo delicioso, incluso nos comemos las migas que invaden la sábana. Nos gusta su equipo de fútbol aunque de pequeños hayamos sido socios de su eterno rival. Si no tira de la cadena, su aroma nos compensa. Él es un dios y su adoración la única religión válida en todo el universo.

Pero pronto llega la segunda fase, que podríamos denominar "cotidiana". En ella ya empezamos a ver que eso de comer hamburguesas en la cama sólo lo hacen los cerdos, que sus gestos nos recuerdan a un tío borracho y solterón, ya se encuentran defectos hasta en su fecha de nacimiento, en cosas que nadie puede modificar.

Se intenta llegar a la adaptación, a soportar de la mejor manera a ese cerdo que come espaguetis en la cama, pero llega la tercera fase, que es la que podríamos llamar "lucha por el poder". Hay que imponer nuestras normas, porque las suyas no valen. Conducimos nosotros porque el otro no tiene ni idea por donde va. Administraremos la economía del hogar y decidiremos cuándo y cómo gastaremos el dinero de los dos y marcaremos las preferencias, nuestras preferencias; que son las únicas que valen.

En esta tercera fase, tan distinta a la primera, habrá una lucha sin cuartel en la que intentaremos cambiar del otro todo aquello que no nos complazca, que por otro lado es bien poco. Y para ello es posible que se utilicen métodos inadecuados. Atacaremos, estaremos a la defensiva, provocaremos, reprocharemos, recitaremos normas, causaremos heridas, vendrá el contraataque, y nos sentiremos, aunque nunca admitamos nuestra parte de responsabilidad, culpables por lo malo que ocurra. Pero nadie será capaz de pedir disculpas al otro por nada. El orgullo se impone a todo lo demás.

Hay una cuarta fase. La podemos denominar, "fase de agotamiento". La lucha acaba con las fuerzas y se acepta que no tiene sentido seguir controlando aquello que fue, precisamente, lo que nos atrajo de la otra persona. En este periodo se baja la guardia y se abandonan las armas. Podríamos decir que es una fase de aceptación por eliminación de otras posibilidades.

Y, finalmente, llega, o debería llegar, la fase de la "verdadera inteligencia". En las anteriores se ha querido tener razón a toda costa, cueste lo que cueste, eso era primordial. Se ha luchado por imponer nuestras maneras sobre las del otro, porque las del otro eran inaceptables. En esta nueva fase se da prioridad al amor sobre el orgullo y sobre otro tipo de banalidades que vienen en el mismo paquete. Se pide perdón y se perdona; se acepta al otro tal y como siempre ha sido; existe la tolerancia como único modo de merecer tolerancia; se abandonan los reproches; se expulsan los resentimientos.

Ya que la luna de miel no dura toda la vida, si reconoces que estás pasando por alguna de las fases intermedias, cuanto antes pases página, mucho mejor para todos.

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