Encajar la crítica Si bien criticar a destajo se nos da bien, cuando somos criticados, la cosa cambia por completo. Esa sonrisa burlona que tan a menudo adorna el careto, se borra por completo. Descalificaciones e insultos: no se permiten juicios personales Es más que usual mezclarlo todo. Si alguien comete un error, el censor suele otorgarse el derecho a sentar al reo en la silla eléctrica y encenderla a máxima potencia. En estos casos, es necesario detener la conversación y dejar claro que una cosa es comentar los errores cometidos, y otra entrar en un juicio personal impertinente. Escuchar Si no hay esos ataques personales, es interesante escuchar porque siempre se aprende algo. Deja que la otra persona se exprese abiertamente, con toda libertad y, aún más, anímale a ampliar su información. No te pongas a la defensiva. Toma nota si te es posible Reflexionar Es indispensable que, una vez recibida la información, pienses en todos los detalles. Míralo de todos los ángulos posibles. Deja pasar un tiempo (un día o dos) para comprobar que lo que pensabas en el momento de la crítica sigue en pie. Es posible que tu interlocutor tenga nada, parte o toda la razón. Corrígete si es necesario. Autocrítica Sin llegar a ser cruel contigo mismo, piensa dónde puedes mejorar, tanto personalmente como en tu forma de actuar. Si te han pillado en un error es posible que tan sólo te falte comprobar que tu trabajo esté bien hecho. Enriquece las sugerencias recibidas con alguna de tu propia cosecha. Así mejorarás como persona. Y comparte tus reflexiones siempre que notes predisposición. Acéptate Tanto si la crítica tenía razón de ser como si no, acéptate: tienes derecho a equivocarte. Quien no friega platos no rompe ninguno, esto está claro. Tan equivocado está quien te recrimina un plato roto en 20 años de servicio como quien no acepta un comentario si rompe 10 cada día. Una crítica te da la oportunidad de mejorar tu trabajo y tu persona, pero no debería dar pie a eliminar tu autoestima. Supérate y, si piensas que no hay error en lo que haces (con sinceridad), sigue tu camino y comprende que no puedes gustar a todos. No caigas en la trampa Lo más fácil, lo que sale más espontáneamente, es devolver insulto multiplicado por dos por insulto recibido, criticar cosas que no vienen a cuento y recordar una y otra vez fallos del pasado. Eso lo saben hacer hasta las mentes más pobres. La diferencia se marca ahí: encauza la crítica hacia el camino del beneficio común. Tampoco utilices la manipulación (el victimismo, la culpabilización externa) porque no lleva a nada. Si no caes en la tentación, te librarás del mal. Amén. |