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Paradoja perversa

Los manipuladores suelen utilizar un completo abanico de técnicas cuyo objetivo es desestabilizar intelectual y emocionalmente a las personas manipuladas. De este modo, éstas actuarán como simples marionetas, sin atreverse a desligarse de los hilos que las mueven.

La paradoja perversa consiste en decir (o sugerir, dar a entender) una cosa mientras los hechos van por el camino contrario. Un ejemplo muy sencillo sería decirle a un empleado que la empresa está muy satisfecho con su trabajo y que merece un aumento de sueldo. Pero se le baja la nómina al mes siguiente.

El lenguaje perverso, ya sea utilizando la paradoja como cualquier otra modalidad, busca desestabilizar a la víctima. Porque una persona rodeada de un  mar de dudas, llena de incertidumbres, con la capacidad intelectual ofuscada por la confusión, tiene su capacidad de reacción alterada y reducida. Si notas que cierta persona te confunde continuamente, es probable que seas víctima de un manipulador sin escrúpulos.

Cuando la víctima intenta aclarar sus dudas, ya es carne de cañón: los tiros pueden venirle por cualquier lado. En el ejemplo, si protesta por la reducción del salario, se le puede decir "¿no se ha enterado de las dificultades de liquidez por las que está atravesando la empresa?", con lo que recibe el mensaje de que no se entera de nada. Y si la protesta es un poco acalorada, se le insinúa que está pasando por un estado de paranoia temporal: "debería ir al médico ya que no es normal que se altere de esta manera por una cuestión tan simple". También se le puede tachar de insolidario con sus compañeros, o, simplemente, de haberlo entendido todo al revés, es decir, que es algo imbécil.

Con unos cuantos mensajes paradójicos, la persona manipulada al final no sabrá si está en su sano juicio o si se están mofando de él. En cualquier caso, permanecerá en un estado de incertidumbre que le impedirá defenderse correctamente. Esto es, precisamente, lo que persigue el manipulador: anular a la víctima.

La confusión se extiende al círculo social y familiar de la víctima, que sufre sus consecuencias en forma de mal humor, nerviosismo, desestabilización emocional, etc. Y, simultáneamente, aparece un sentimiento de culpabilidad y de no ser eficaz que acaba minando la confianza en sí mismo.

Cuando se reciben mensajes paradójicos, hay que estar alerta y evitar que la inteligencia nos abandone. Mientras éstos no consigan desestabilizarnos, no tendrán efecto alguno. Cosa nada fácil, por cierto.

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