Hacer las cosas bien a la primera Por diversos motivos, las prisas, la pereza, el coste económico, etc., hay momentos en los que se dejan las cosas a medias o mal. Un tornillo que ya apretaremos, un cable que ya pondremos mejor, un ventilador que ya cambiaremos porque el cliente no se da cuenta, o una factura cuyo importe no es correcto pero a ver si cuela. Estas situaciones son más habituales de lo que deberían serlo. Y si caemos en la costumbre de dejarnos llevar por la comodidad en lugar de optar por el trabajo bien hecho, las consecuencias nos impedirán realizar el trabajo cotidiano, que tendrá que ser relegado para rectificar, ya con carácter de urgencia, lo que se ha hecho mal unos días antes. El ventilador de un ordenador que no se cambió cuando lo teníamos delante hará que el cliente se queje, tengamos que hacer un costoso desplazamiento que no se puede cobrar, tengamos a ese cliente con la mosca detrás de la oreja, y tengamos, además, a otros clientes que se están esperando y que no podremos atender por esos cinco minutos que nos habría costado hacer un trabajo impecable. Y si en una factura detectamos un error, no te quepa la menor duda de que el cliente lo detectará, no la aceptará y rechazará el pago domiciliado, lo cual nos supondrá unos costes económicos además de volver a repetir la factura, el envío, aplazar el cobro, y, quizás, tener la cuenta en descubierto. El cerebro humano es tan perezoso a veces que incluso aplazamos poner gasolina cuando toca. Y luego pasa que nos quedamos a cientos de kilómetros de la gasolinera más cercana. El tiempo que pretendíamos ahorrar se nos multiplica en contra por cien. La vida siempre pasa factura: si no estudiamos, tendremos que repetir el examen en setiembre. Si nos dejamos llevar por los caprichos, el banco se encargará de imponernos un castigo económico. Por todo esto, y por algunas cosas más, lo mejor es hacer siempre las cosas bien y con la mejor intención posible. Se trabaja menos y de una forma más relajada. Además, todos quedamos más satisfechos. De lo contrario, habrá que asumir unas consecuencias que a veces serán más costosas de lo que habíamos calculado. |